Kerry arremete contra Netanyahu
El secretario de Estado advierte que las colonias lastran el futuro de Israel
John Kerry cerró ayer su mandato al frente del Departamento de Estado con uno de los discursos más duros contra Israel jamás pronunciados por un Gobierno de Estados Unidos.
El jefe de la diplomacia de la Administración Obama arremetió con contundencia contra el Gobierno de Beniamin Netanyahu, a quien acusó de boicotear la solución de dos estados, “la única vía para lograr una paz justa y duradera”, con una política “extremista” que alienta los asentamientos en territorio ocupado.
A menos de un mes de que el presidente Barack Obama y su equipo dejen paso a la administración de Donald Trump, Kerry pareció hablar sin las cortapisas que hasta ahora le imponía su cargo. Fue un discurso largo –70 minutos– y apasionado, en el que a veces sonó hasta enfadado, pero sobre todo se expresó como un hombre frustrado por la falta de avances en uno de los dossiers en los que más ha trabajado.
El viernes, la Administración Obama soliviantó a Israel al apoyar –no utilizó su poder de veto, por primera vez desde 1979– en el Consejo de Seguridad una resolución que exige el fin “inmediato” de las colonias. Kerry salió ayer a defender que lo hicieron para “preservar” la solución de dos estados, que a su juicio está “en grave peligro”. “No podíamos, con la conciencia tranquila, no hacer nada o no decir nada cuando vemos que la esperanza de la paz se desvanece”, sostuvo.
El secretario de Estado acusó a Netanyahu de apoyar “en público” la solución de dos estados mientras en la práctica hace todo para destruirla, persiguiendo un “proyecto exclusivo para apropiarse de tierras en Cisjordania que impide toda implantación de los palestinos”. Dijo que es el Gobierno “más derechista de la historia de Israel”, con una “agenda impulsada por los elementos más extremistas”.
En unas palabras que parecían dirigidas a la opinión pública israelí, Kerry arguyó que crear un estado palestino junto al estado judío es la única salida que garantiza el futuro de Israel. “Si la elección es un solo estado, Israel puede ser o bien judío o bien democrático, pero no puede ser las dos cosas a la vez, y nunca podrá vivir realmente en paz”, advirtió.
Netanyahu reaccionó con igual dureza. Calificó el discurso de Kerry de “sesgado contra Israel” y “obsesivo” con los asentamientos judíos, y le acusó de ignorar “la raíz del conflicto: la oposición palestina a un Estado judío cualesquiera que sean sus fronteras”.
Las relaciones con Estados Unidos, el mejor aliado que ha tenido Israel desde su creación en 1948, se han tensado en los últimos años, marcadas por la acritud personal entre el presidente Obama y Netanyahu. El primer ministro israelí aguarda impaciente el desembarco en la Casa Blanca de Donald Trump, el próximo 20 de enero. El presidente electo utilizó –como viene siendo habitual– su cuenta de Twitter para arremeter contra la Administración Obama por la resolución de la ONU. “No podemos seguir permitiendo que Israel sea tratado con menosprecio total y falta de respeto. Antes tenían un gran amigo en EE.UU., pero ya no es así”, tuiteó Trump. “¡Sé fuerte, Israel, el 20 de enero está a la vuelta de la esquina!”. No hay precedentes en Estados Unidos de un presidente electo que haya criticado la política exterior de su antecesor aún en el cargo.
Dio la sensación ayer que Kerry dejaba su testamento político para Oriente Medio, un testamento que todo apunta que Trump ignorará. El presidente electo ha nombrado como embajador en Israel a un abogado que ha recaudado millones para uno de los mayores asentamientos judíos y que pretende trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, “la capital eterna de Israel”. Trump también se ha mostrado escéptico con la solución de dos estados e incluso ha abogado por que Israel se anexione Cisjordania, algo que ni siquiera Netanyahu defiende en público.
Kerry trazó su hoja de ruta para un proceso de paz que no ha logrado resucitar. Los dos futuros estados, dijo, deberían seguir la línea divisoria de 1967 (antes de la guerra de los Seis Días), llevando a cabo “intercambios de territorios equivalentes”. Israel sería reconocido como un “Estado judío” por los palestinos y Jerusalén como capital de los dos estados.
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