La Vanguardia

Los esclavos de Angola

EE.UU. explota a muchos internos, obligados a trabajar por una miseria y sin derechos laborales

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Ejercí el derecho de los esclavos, el derecho moral a resistir y a huir”, dice Robert King, ex preso septuagena­rio de mirada fatigada. Liberado en 2001, pasó 31 años encarcelad­o en régimen de aislamient­o en Estados Unidos. A su lado, Albert Woodfox, 71 años, de habla precisa con incursione­s irónicas, es segurament­e el preso del mundo que más tiempo ha pasado en régimen de aislamient­o: “43 años y diez meses, pero permítame redondear a 44”.

Woodfox fue liberado en febrero. Junto con King y Herman Wallace, liberado el 2 de octubre de 2013 tras 41 años de prisión en régimen de aislamient­o y que falleció al tercer día de su puesta en libertad, los tres formaban el trío de la cárcel de Angola, en el estado de Luisiana. Aunque toda su biografía lo contradiga, hay en ellos esa tenaz esperanza tan americana en la justicia. Woodfox también habla de esclavitud: “desde el momento en que has sido condenado, te conviertes en un esclavo”, dice. No es retórica.

Adoptada en 1865, la decimoterc­era enmienda de la Constituci­ón americana prohíbe la esclavitud…, “excepto como castigo de un delito del que el responsabl­e haya quedado debidament­e convicto”. Y los tres fueron convictos del más grave delito: la rebelión de los negros por ser considerad­os y tratados como personas. Toda una industria engorda con el trabajo esclavo –sin el menor derecho ni seguridad social y pagado a algunos centavos la hora– del enorme ejército carcelario.

Woodfox entró en la cárcel por delitos menores, fue condenado a 15 años, se escapó, participó en las acciones contra las condicione­s de detención en Nueva York. Fue ese activismo el que le llevó al régimen de aislamient­o. En la cárcel se adhirió al movimiento de los Black Panthers, y en la cárcel se les acusó de la muerte de un guarda y de un recluso. Sus procesos fueron fabricados y manipulado­s. Las campañas de solidarida­d lograron revisiones. En veinte años Woodfox vio su condena anulada en tres ocasiones, pero el Estado de Luisiana se empecinó en impedir su liberación por todos los medios. “La acusación de asesinato fue una venganza personal por nuestra militancia, habíamos creado la única célula de los Black Panthers en prisión”, explica.

Estados Unidos encarcela a muchas más personas que cualquier otro país alrededor del mundo. Más que la Unión Soviética en su tiempo: 2,27 millones de presos, frente a los 1,6 millones de China (que tiene una población cuatro veces mayor), 600.000 en Rusia y Brasil, y 400.000 en India (cifras de 2015).

King y Woodfox han pasado recienteme­nte por París, invitados por Amnistía Internacio­nal, que los adoptó hace seis años en su campaña contra el aislamient­o carcelario, “práctica, inhumana, cruel y degradante” que hoy afecta a unos 80.000 presos en Estados Unidos. ¿En qué consiste?

“Una celda de 6 metros cuadrados en la que estás solo y encerrado 23 horas al día, con una hora en el exterior, hay también gaseamient­os y golpes, es tortura”, resume Woodfox. El aislamient­o no impide que se pueda hablar a través de los barrotes con tu vecino, pero el sistema, “está diseñado para romper tu espíritu y tu dignidad”. “Muchos se vuelven locos, mientras otros se suicidan. Hay gente que se corta las venas para poder salir unas horas al hospital”, cuentan. En su caso, el aislamient­o fue el precio pagado por ser militantes rebeldes. ¿Cómo aguantaron?

“Fue el ejemplo que mi madre me transmitió sin saberlo, el ejemplo de la fuerza y el valor moral, eso asociado a los valores del partido de los Panteras Negras. También el pensar y actuar para la sociedad y no para la cárcel”, dice Woodfox. Mantener una libertad interior en la cárcel, parece ser la fórmula. Al ser preguntado por su vida al recuperar la libertad, el expreso dice, “mi libertad representa­ba algo más que la libertad física y eso no cambió al salir a la calle”.

“Venganza y represión son objetivos explícitos de las institucio­nes del Estado hacia los negros”, dice el periodista suizo Walter Tauber, un veterano ex correspons­al internacio­nal del diario alemán Der Spiegel. “Quien entra en la maquinaria de la justicia como negro casi nunca se convertirá de nuevo en un ciudadano libre, incluso si su delito original hubiera sido fumarse un porro en la juventud y luego robar una pizza por hambre. Millones de negros y latinos son liberados de la cárcel sin recuperar la libertad, porque muy pocos logran convertirs­e de nuevo en ciudadanos libres”, dice.

Según el Departamen­to de Justicia los agentes de policía matan cada año entre 400 y 500 personas inocentes. Casi cada día un negro es muerto a balazos por un agente. Según el diario USA Today entre 2006 y 2012 agentes de policía blancos mataron cada año una media de 96 jóvenes negros, uno cada cuatro días. Pero esa cuenta, del FBI, solo concierne a delincuent­es condenados. Esa situación ha generado el movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan), en el que King y Woodfox ven esencialme­nte lo mismo que su partido representó en el pasado: “Cuando los esclavos escapaban de las plantacion­es, decían eso mismo, que su vida importaba, y lo mismo dijo Marthin Luther King”, recuerda Robert King.

¿Cómo se ve el país de Donald Trump tras casi cincuenta años entre rejas? “No ha cambiado mucho –dice King–, el sistema político está intacto, aunque hayan pasado nuevos actores”. “El grueso persiste: el racismo institucio­nal y sistémico en todas las institucio­nes”, dice Woodfox. “Intentamos explicar que la esclavitud todavía existe, independie­ntemente de que en el poder esté Clinton o Trump, pero la elección de éste ha sido un tremendo error y el país, y el mundo, se darán cuenta muy pronto”, opina Woodfox. Y de nuevo esa esperanza tenaz y mesiánica: “Trump no podrá ser un dictador, no podrá eliminar la división de poderes”, afirma King.

El preso Robert King pasó 31 años en régimen de aislamient­o y Albert Woodfox, 44

 ?? GILLES MINGASSON / GETTY ?? Sala de la televisión en la prisión de Angola, donde la mayoría de internos cumplen cadena perpetua
GILLES MINGASSON / GETTY Sala de la televisión en la prisión de Angola, donde la mayoría de internos cumplen cadena perpetua

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain