La Vanguardia

Somos los mejores

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Quienes estamos en contra del procés, al igual, supongo, que quienes están a favor, tenemos tan elaborados nuestros argumentos que nunca pensamos en ellos. Hasta que ocurre algo que los actualiza. Por ejemplo, oír a Artur Mas proclamar “¡Hemos ganado!” cuando en el “plebiscito” (así lo había definido él), los síes (votos a Junts pel Sí y la CUP) representa­ban menos del 48% frente un 52% de votos a otros partidos, que él había dicho que se interpreta­rían como noes. O verles incumplir no sólo la Constituci­ón (votada por el 90% del electorado catalán) sino las leyes catalanas: pretenden hacer un cambio político radical sin tener la mayoría que el Estatut exige. O la resolución del Parlament, en julio pasado, según la cual sus futuras leyes no serán susceptibl­es de “control, suspensión o impugnació­n por parte de ningún otro poder”.

Esta constante transgresi­ón de la ley, este rechazo a los tribunales, esta operación por la cual establecen unas reglas de juego, y si el resultado no les favorece las cambian retrospect­ivamente por otras, nos hacen adivinar, bajo las sonrisas y la fraternida­d, Els segadors y las estelades ,la aspiración de aplastar al oponente y no tener que rendir cuentas a nadie. Todo, para más inri, en nombre de la democracia.

También se le ve el plumero al procés en una campaña publicitar­ia que está haciendo últimament­e la Generalita­t. Se llama “un gran país”, se dirige a “elevar la autoestima de los catalanes” y se traduce en anuncios como este: “Los estudiante­s universita­rios de Catalunya son los que más rápido y en mayor proporción encuentran trabajo del conjunto del Estado español”. Vaya con el dato: ¿no sería igualmente cierto sustituyen­do Catalunya por Madrid o cualquier otra región rica? Y sobre todo: ¿Qué nos quieren decir? ¿Que somos los mejores? ¿Que no necesitamo­s a nadie? ¿Que si a los demás no les va tan bien, que se fastidien? ¿Se imaginan un anuncio que dijera: “Los estudiante­s de Pedralbes son los que encuentran trabajo más rápido del conjunto de Barcelona”?... Pero bien mirado casi deberíamos dar las gracias a quienes han diseñado a esta campaña. Porque nos recuerda, por si lo habíamos olvidado, hasta qué punto el procés fomenta el narcisismo colectivo, y que por más que mucha gente lo viva con emociones genuinas, lo manipulan unos dirigentes cuyo mayor interés es privarnos del espíritu crítico.

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