La Vanguardia

El PDECat quiere aclarar ya el futuro de Puigdemont

Mas es el encargado de dilucidar este enero si el president será candidato Las tensiones en la antigua CDC se acentúan en clave sucesoria

- Barcelona

Això no toca. Al más puro estilo pujoliano. Es lo que viene a responder Carles Puigdemont cuando se pone sobre la mesa la posibilida­d de que encabece una candidatur­a del PDECat en las próximas elecciones catalanas. Unos comicios que, según la hoja de ruta independen­tista, se situarían antes de marzo del 2018, deberían ser de carácter constituye­nte, y en los que las perspectiv­as electorale­s de su partido no son precisamen­te halagüeñas, según las últimas encuestas. El problema del president es que en la antigua Convergenc­ia todo el mundo se resiste a aceptar su negativa inicial, aunque en paralelo se haya abierto una desacomple­jada batalla sucesoria que dinamita el relevo de liderazgo en la nueva formación.

La nueva dirección del partido es consciente de que Puigdemont es el mejor valor electoral, pero la paciencia del nuevo proyecto tiene límites. “No podemos estar deshojando la margarita eternament­e”, sostienen. Aunque la negativa del president a ostentar el liderazgo electoral de la formación ha sido reiterado por activa y por pasiva, Artur Mas tiene el encargo explícito del partido que preside de interpelar directamen­te a Puigdemont sobre la cuestión con el objetivo de aclarar su futuro político en los próximos días. La pregunta no es otra que aclarar si quiere ser candidato. Y si la respuesta es no, qué papel quiere jugar en el partido.

El president considera que ese debate no tiene por qué estar sobre la mesa, ya que no se trabaja oficialmen­te con un escenario de adelanto electoral, e incluso le molesta que dirigentes del partido respondan preguntas sobre la cuestión. Y aunque la consigna oficiosa es no hablar demasiado sobre la candidatur­a, la presión en el PDECat es inevitable. “Me presentaré sólo si este trabajo que tengo encargado no ha terminado”, es la única concesión pública del president.

La próxima semana se cumple un año del “paso al lado” de Mas que condujo a Puigdemont a la presidenci­a de la Generalita­t y, aunque la condición que puso fue precisamen­te que se trataba de un “encargo temporal” que cuantificó en torno a los 18 meses, en el PDECat sostienen que sólo ellos saben en qué términos se desarrolló aquella conversaci­ón. “Mas es el más indicado y legitimado” para plantear la cuestión abiertamen­te al president, seles gún fuentes del partido.

No hay dudas de que Puigdemont ostenta el liderazgo moral del proceso soberanist­a y debe culminar la hoja de ruta prevista, pero al mismo tiempo consideran que el “suspense” sobre si está dispuesto a ser candidato a la presidenci­a en las elecciones “confunde y ofrece una sensación de provisiona­lidad” en el partido. Los planes de consolidac­ión de la dirección chocan con la ausencia de una baza electoral y si Puigdemont se mantiene en su negativa, aunque arrecie la presión –“no tiraremos la toalla fácilmente”–, obliga a trabajar en paralelo en la consolidac­ión de nuevos liderazgos para que “maduren políticame­nte”. El planteamie­nto es asumible si se sitúa el examen de la viabilidad del PDECat en las elecciones municipale­s del 2019, pero sigue sin resolver la incógnita de las elecciones catalanas.

La batalla interna ya está servida. El último choque a cuenta de las declaracio­nes de la presidenta de la Diputació de Barcelona, Mercé Conesa, volvió a evidenciar las tensiones entre antiguas familias convergent­es. Conesa verbalizó lo que muchos exconverge­ntes asumen, que el referéndum podría ser un imposible, lo que desató un cruce de reproches interno que muchos leyeron en clave postcongre­sual y que acabó zanjando el propio Puigdemont. La alcaldesa de Sant Cugat es una de las figuras con autoridad en el partido, aunque en la lista sucesoria también se sitúa a la consellera de Presidènci­a, Neus Munté, con su estrecha alianza con Jordi Turull; o el siempre aspirante Santi Vila. El futuro de Mas es otra incógnita que el expresiden­t se resiste a aclarar a la espera de acontecimi­entos.

Con unas perspectiv­as electora- a la baja, el PDECat empezará el año con la ejecución de un ERE y tiene previsto poner en marcha una serie de debates ideológico­s que alimenten la declaració­n fundaciona­l del partido aprobada en julio y para los que la dirección busca un formato que evidencie la transversa­lidad del proyecto. En febrero llegará la campaña proreferèn­dum y en marzo un consell nacional aprobará el reglamento electoral interno. Para entonces, “las cosas deberían estar claras”, sostienen.

El calendario electoral está en manos de Puigdemont pero vive condiciona­do por la CUP y la respuesta del Gobierno a cada paso del proceso soberanist­a. El president amenazó con convocar elecciones si los anticapita­listas no apoyan los presupuest­os y ni el PDECat ni ERC dan por garantizad­as las cuentas. No obstante, la manera de enfrentars­e a ese escenario evidencia diferencia­s entre los socios del Govern. El partido del president está obsesionad­o con preservar sus líneas rojas, mientras los republican­os recuerdan que se necesitan “sí o sí” los votos de los cuperos.

“No es cuestión de deseos, es lo que hay”, sostienen. Aunque también reparten responsabi­lidades: “Sería una gravísima irresponsa­bilidad malbaratar esta oportunida­d”. No obstante, su diagnóstic­o es diáfano: “La votación de la cuestión de confianza no resolvió el presupuest­o” y Puigdemont utilizó el “comodín” del referéndum sin garantías de continuida­d de la legislatur­a por parte de la CUP.

ERC transita con las encuestas a favor pero rechaza cualquier escenario de adelanto electoral. El argumento oficial es que no celebrar el referéndum sería una frustració­n para el bloque independen­tista y tendría consecuenc­ias en las urnas. Pero es que unas elecciones anticipada­s por “circunstan­cias sobrevenid­as” –a consecuenc­ia de la reacción del Estado ante la hoja de ruta soberanist­a–, podría abrir el debate de una nueva candidatur­a unitaria del soberanism­o de la que ERC no quiere ni oír hablar. Primero porque el PDECat querría que el cabeza de lista fuera el president Puigdemont, cuya valoración es similar a la de Oriol Junqueras, y segundo porque evitaría nuevamente la imagen de sorpasso entre republican­os y exconverge­ntes.

El equipo de Junqueras prefiere no aventurar escenarios y “no correr más de la cuenta”, ni siquiera con el referéndum. Tampoco a la hora de decidir la fecha, aunque son consciente­s de que una inhabilita­ción de la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, sitúa al independen­tismo en un escenario de caixa o faixa y puede obligar a acelerar el proceso. No obstante, marcan distancias con la estrategia de la CUP, sus “micro-desobedien­cias” y la quema de fotos, y alertan de los riesgos de desconcert­ar a la gente con movimiento­s tácticos. Ahí podría situarse la operación para incorporar a los comunes a la defensa unitaria de un referéndum, y que ERC sólo considera una vía paralela a la puesta en marcha por el Govern. “Hay que actuar con responsabi­lidad”, subrayan.

¿Y la operación diálogo? Junqueras da por hecho que tras el parón navideño la vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santamaría responderá formalment­e a su carta ofreciendo una reunión en Barcelona. No existen condicione­s para la cita pero “la experienci­a nos dice que no podemos esperar nada”, concluyen en la Vicepresid­ència.

ISABEL GARCIA PAGAN EL ESCENARIO El dirigente ha expresado su malestar por la insistenci­a sobre su candidatur­a EL NUEVO PARTIDO Las tensiones en el partido se disparan en clave poscongres­ual y sucesoria LOS SOCIOS ERC rechaza un escenario de adelanto electoral y apela a la responsabi­lidad

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ÀLEX GARCIA / ARCHIVO Carles Puigdemont y Artur Mas, en la imagen en el congreso fundaciona­l del PDECat, participan en la fijación de la estrategia del partido

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