La Vanguardia

Sin Illia empezó todo

Macri reivindica la figura austera y honesta del presidente radical medio siglo después del golpe de Estado que abrió la época más negra de Argentina

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Todo gobierno tiene sus mitos. Si el kirchneris­mo exprimió el recuerdo de Evita –mucho más que el de Perón– o de los próceres de la independen­cia, el nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, está obligado a levantar la alfombra de la historia y echar mano a sus socios radicales para apropiarse de algún mito político teniendo en cuenta que su partido, Propuesta Republican­a (PRO), nació con el siglo XXI y hace gala de romper con el pasado.

La recuperaci­ón de la figura de Arturo Umberto Illia le viene como anillo al dedo a Macri, que gobierna en coalición con la Unión Cívica Radical (UCR), antítesis del Partido Justiciali­sta (PJ). Al igual que Raúl Alfonsín –que antes de morir llegó a ser reivindica­do por los Kirchner a pesar de que el peronismo le hizo la vida imposible durante su gobierno–, el presidente Illia se convirtió con el tiempo en otro mito radical.

Se ha cumplido medio siglo del golpe de Estado del general Juan Carlos Onganía que derrocó a Illia el 28 de junio de 1966, inauguránd­ose un periodo de inestabili­dad que llevaría una década después a la dictadura más sanguinari­a de la historia argentina. En el medio, la Noche de los Bastones Largos, el Cordobazo, la aparición de los movimiento­s guerriller­os con los Montoneros a la cabeza, la breve restauraci­ón democrátic­a, el retorno de Perón, la ultraderec­hista Triple A, la muerte del general y, finalmente, el terrorismo de Estado con el golpe de 1976.

Cincuenta años después, nadie discute hoy que Illia fue el mandatario más austero y honesto de la historia argentina: al ser destituido no poseía ninguna propiedad ni vehículo a su nombre, ni dinero en el exterior, y ni siquiera tenía un lugar a donde ir en Buenos Aires y tuvo alojarse en casa de su hermano. Abandonó la política, renunció a la jubilación como presidente y volvió al pequeño pueblo de Cruz del Eje, donde había sido médico rural antes de ser elegido diputado. Murió en 1983, a los 82 años, sin poder ver la victoria de Alfonsín y el retorno definitivo a la democracia.

No obstante, desde que Arturo Illia asumió el cargo en 1963 tras ganar las elecciones, el establishm­ent conspiró para derrocarlo. No sólo tuvo en contra a los militares, sino también al peronismo, a un sector del radicalism­o encabezado por el expresiden­te Arturo Frondizi (19581962) –también derrocado por un golpe de Estado un año antes y, paradójica­mente, otro mito de la UCR– y a los principale­s medios de comunicaci­ón del país, que con viñetas humorístic­as equipararo­n la imagen de Illia con la de una tortuga.

Sin embargo, y pese a que debió enfrentar la aparición de la guerrilla guevarista de Salta, el Ejército Guerriller­o del Pueblo, durante los tres años de su mandato aumentó el empleo, bajó la deuda externa, creó el salario mínimo, subió el presupuest­o en educación, disminuyó el analfabeti­smo y logró el primer reconocimi­ento en la ONU sobre la reclamació­n por las islas Malvinas.

Además, recibió la visita del general De Gaulle en Buenos Aires, anuló los contratos de explotació­n petrolera a empresas estadounid­enses que Frondizi había otorgado tras nacionaliz­ar los hidrocarbu­ros, y levantó en parte la proscripci­ón del peronismo, aunque impidió a Juan Domingo Perón retornar a Argentina en 1964.

No hubo cacerolazo­s, ni ninguna manifestac­ión popular de apoyo a Illia tras el golpe de 1966, ejecutado por un puñado de militares y policías a las órdenes de Onganía, comandante en jefe del Ejército. De madrugada, un general y un coronel fueron a la Casa Rosada para comunicar su destitució­n al presidente, que sólo se resistió dialéctica­mente y ordenó al jefe de su guardia no presentar resistenci­a para evitar cualquier derramamie­nto de sangre. Después de unas horas, el mandatario fue sacado a empujones del palacio de gobierno.

“La democracia argentina necesita perfeccion­amiento, pero que quede bien establecid­o que perfeccion­amiento no es sustitució­n totalitari­a”, había dicho Illia en su discurso de toma de posesión, cuando se convirtió en el primer presidente argentiAgu­ad, no en asumir el cargo sin frac.

“Si no hubiera habido 66, lo más probable es que no hubiera habido 76”, sentencia uno de los hijos de Illia, Leandro, en el documental que la televisión pública elaboró para la efeméride. En la misma línea se pronuncia el ministro de Medios Públicos, Hernán Lombardi, exmilitant­e radical: “El 66 es como un gran ensayo del 76”.

En el documental el cantante Jairo, natural de Cruz del Eje, profesa su admiración por la humildad de Illia. “Sobrevalor­amos a tanta gente que no se lo merece que, de repente, cuando llega un tipo como ese, que se lo merece todo, no nos damos cuenta”, indica el artista.

Por su parte, uno de los ministros radicales de Macri, el titular de Comunicaci­ones, Óscar explica a La Vanguardia que la figura incorrupta y honesta de Illia se contrapone a los escándalos de corrupción kirchneris­ta que se están destapando. “En este tiempo donde la corrupción casi se ejercía con aires de altivez, orgullosos, la figura de Illia es la contracara; desde el punto de vista moral y republican­o, es el rumbo”, dice Aguad. “Lo que acabamos de vivir es la puerta que hay que cerrar definitiva­mente: el autoritari­smo, la corrupción, el despecho, la violación de las normas, de las bases sobre las que se asienta una república”, añade el ministro.

Coincidien­do con el aniversari­o del golpe de 1966, el presidente Macri homenajeó a Illia condecoran­do al fiel jefe de la guardia de aquella noche infame, Aliberto Rodrigáñez, entonces teniente y hoy coronel retirado, que en el mencionado documental se emociona al borde de las lágrimas al recordar los hechos.

“Demostró que se podía gobernar con honestidad, con transparen­cia, con decencia y con patriotism­o”, dijo Mauricio Macri sobre Illia, llevando la figura del mito radical a las aguas de su molino y contraponi­éndola también a la cuestionad­a gestión kirchneris­ta. Además, el presidente aprovechó el acto para reinaugura­r el museo de la Casa Rosada tras una reforma de sus contenidos que Macri considera que se ha realizado con “ecuanimida­d” para acabar con la propuesta museística diseñada por el matrimonio Kirchner, donde primaba la visión peronista. El péndulo de la política argentina.

LAS AGUAS A SU MOLINO Macri ha ensalzado al histórico dirigente ante la cuestionad­a gestión kirchneris­ta TRES AÑOS DE MANDATO El expresiden­te logró aumentar el empleo y rebajar la deuda y el analfabeti­smo

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BETTMANN / GETTY / ARCHIVO Médico rural. Arturo Illia bebiendo mate en su casa de Cruz del Eje, donde ejerció como médico rural, en 1963, el año en el que ganó las elecciones a la presidenci­a argentina

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