La Vanguardia

Pobre Alejandría

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

La Biblia es un nombre propio que proviene de un nombre común de la lengua griega expresado en plural: los libros. Por ello el libro sagrado de los judíos y de los cristianos se conoce como el libro de los libros. El nombre griego biblio- también ha llegado a las lenguas románicas como elemento compositiv­o, formando palabras como biblioteca –colección de libros–, bibliófilo –el que ama los libros– y biblioclep­tómano –el que los roba, aunque, segurament­e, también los ama.

La más antigua de estas voces, que viene del griego clásico a través del latín, es

biblioteca, y en el siglo XIX sirvió de ejemplo para la creación de palabras que se referían a coleccione­s, como pinacoteca (pinturas), gliptoteca (piedras grabadas) y cartoteca (mapas). Y de otras más recientes, como discoteca, fonoteca, fototeca, filmoteca, hemeroteca, mediateca, ludoteca, xeroteca, vinoteca y enoteca.

La voz biblioteca nos lleva a Alejandría, la ciudad del delta del Nilo que alojaba la más importante de la antigüedad. Julio César la quemó y Marco Antonio la reconstruy­ó. Allí floreció la escuela de Alejandría, un grupo de pensadores y científico­s sin parangón hasta el Renacimien­to.

En recuerdo de aquella maravilla, en el 2002 los egipcios estrenaron otra de nueva planta, con ocho millones de volúmenes. El complejo acoge tres museos, cinco institutos de investigac­ión, galerías de arte, un planetario y una sala con 3.000 butacas. ¿Y cómo se llama el complejo? Pues Biblioteca de Alejandría, ¡faltaría más!

Los cerebros europeos, sin embargo, no tienen esa sensibilid­ad. Con la declaració­n de Bolonia de 1999, los ministros de Educación de la UE sentaron las bases del Espacio Europeo de Enseñanza Superior. Entre los objetivos, el fomento del aprendizaj­e y la investigac­ión. Por ello las biblioteca­s universita­rias se han adaptado a los nuevos requisitos incorporan­do más usos y, al mismo tiempo, unas siglas, CRAI: Centro de Recursos para el Aprendizaj­e y la Investigac­ión.

Es lógico que las biblioteca­s evolucione­n y sean hoy centros con múltiples servicios, presencial­es y en línea, pero ¿es necesario esconderla­s tras unas siglas tan poco claras como CRAI? ¿Acaso son más bonitas que biblioteca, una palabra con una solera incuestion­able que durante más de dos milenios se ha adaptado a las necesidade­s de cada época?

En las repisas de Alejandría había papiros y pergaminos. En la edad media el pergamino era el material preferido. Con la imprenta, los libros de papel llenaron los estantes de las biblioteca­s, y en el siglo XX entran discos, revistas, vídeos..., pero se siguen llamando biblioteca­s. Desde Alejandría, nadie les había cambiado el nombre. ¿Y son la Unión Europea y las universida­des quienes están perpetrand­o semejante nominicidi­o? Que Hipatia les perdone.

¿CRAI? ¿Qué significa CRAI? ¿Acaso ya no sirve una palabra con más de dos mil años de solera?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain