Vino, relojes, astrolabios, halcones para Wanli
Lista seleccionada de algunos de los regalos de Felipe II al emperador chino: De la Península Ibérica: Vino, tenido por el néctar de los pueblos cristianos. Se seleccionó vino de Cazalla de la Sierra (en Extremadura) y de Guadalcanal (en Sevilla). Se incluía, además, un conjunto de guadamecíes (cajas de cuero pintado y laboriosamente trabajado con piedras preciosas de Europa y África). De los dominios hispánicos en Europa: Telas finas de Holanda; 6 relojes, de varios modelos según la documentación (para colgar en el cuello, “despertador con dos campanas”) y otros con “demostraciones matemáticas como crecientes y menguantes del día, de la noche, declinación de once horas hasta veinte y el creciente de la luna y la menguante con el arandel del astrolabio”. El astrolabio había sido inventado en el siglo III a.C. por Apolonio de Perge y más tarde mejorado por Hiparco. Era una de las joyas técnicas heredadas de la Antigüedad forjadora de la civilización europea. De América : Doce de los mejores halcones de la Nueva España. Desde la época precolombina, estos animales eran considerados un símbolo de fuerza y poder. Pinturas: Un encargo al pintor de cámara del rey, Alonso Sánchez Coello. El Consejo de Indias encargó al artista varias pinturas, pero solo cuatro fueron enviadas. Dos retratos de Felipe II fueron pintados: uno a pie, y otro a caballo. El retrato aparecía aquí como un instrumento esencial para mostrar la majestad del soberano, para reforzar ante Wanli la imagen del “mayor rey de la Cristiandad”. La tercera pintura fue un retrato del emperador Carlos al estilo de aquel retratado por Tiziano para conmemorar la derrota de los luteranos ante Carlos en la batalla de Muhlberg. La cuarta pintura fue un retrato de la Virgen María con el Niño en brazos. María era la protectora, la auténtica emperatriz, de la Monarquía Católica, madre de todos sus súbditos y se esperaba que, muy pronto, también de los chinos.