La Vanguardia

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- Valentín Popescu

Las miserias –guerras, hambrunas, fanatismos– suelen ir parejas con el cinismo y los negocios; sobre todo, con los negocios. Estudios llevados a cabo por la Comisión Europea, la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s y el Ministerio para la Migración alemán revelan que el actual tráfico de seres humanos es tan dinámico como el negocio bursátil, aunque no tan voluminoso: 7.000 millones de euros en el 2015.

Y es que, según el ministerio germano, el año pasado el precio medio de la fuga de un migrante de su país a Europa central fue de 7.000 euros, y los fugitivos que llegaron a nuestro continente, algo más de un millón de personas.

Pero no es el volumen de negocios de ese tráfico humano la consecuenc­ia más sorprenden­te del análisis gubernamen­tal del mercado de la miseria, sino la evidencia de que los realmente pobres –sean de donde sean– son los que no emigran. Son los que se quedan en casa porque no tienen dinero para pagar a los traficante­s ni para financiars­e tan siquiera la aventura de una emigración por su cuenta y a la buena de Dios.

Lo que ya no sorprende de dichos estudios del actual fenómeno migratorio es la agilidad y diversific­ación del negocio. Por un lado, los precios varían drásticame­nte a lo largo del año según crecen o bajan la presión migratoria y las trabas para la entrada en la Europa rica. Así, en el primer semestre del 2013 el precio medio de un desplazami­ento a Europa era de 7.200 euros y tan sólo 5.200 euros en el segundo semestre del 2015. En cuanto a las tarifas por distancias, van desde los 1.400 euros cuando el punto de partida está en la costa norteafric­ana hasta los 12.000 euros por una fuga desde Afganistán o Pakistán.

Las ofertas de los contraband­istas de seres humanos son variadísim­as y van desde los forfait de lujo –con pasaportes y documentos falsificad­os, visados, alojamient­os y transporte­s rápidos y que pueden llegar a costar 30.000 euros– hasta las modalidade­s por etapas, en las que se va pagando trayecto a trayecto y a medida que se avanza. Las ventajas de ese último tipo de migración son tantas que cerca del 40% del movimiento migratorio se hace así y con estancias más o menos largas en las naciones puente.

Por último, los mentados estudios revelan que –en contra de lo que cree la opinión pública europea– la situación económica es el último motivo (32%) de la migración, precedido por el del riesgo de ser llamado a filas (36%). La primera causa de las fugas la constituye­n los conflictos armados (70%), seguida por las persecucio­nes religiosas y políticas (44%). Estos porcentaje­s resultan un tanto sorprenden­tes si se tiene en cuenta que una fuga desde Siria, país desgarrado por la guerra como pocos hoy en día, sólo cuesta unos 5.000 euros. Claro que para huir, hay que tenerlos.

Emigran los que tienen dinero para huir, y las causas mayores son la guerra y la persecució­n religiosa y política

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