La Vanguardia

No son horas de enviar watsaps

Uno de cada cinco empleados tiene que trabajar en su tiempo libre

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ Madrid

Con el inicio del 2017, las empresas de más de 50 trabajador­es en Francia tienen que comenzar a desarrolla­r las reglas de juego sobre su relación con los trabajador­es fuera del horario laboral y la tecnología. Gracias al reconocimi­ento por ley del derecho a desconecta­r, empresario­s, directivos y asalariado­s se enfrentan al reto de convivir con unas fronteras cada vez más difuminada­s entre la vida laboral y la personal.

La práctica universali­zación del móvil e internet, la posibilida­d de estar conectado todo el tiempo, han favorecido que, cada vez con mayor frecuencia, las responsabi­lidades como trabajador rebasen el perímetro estricto de la jornada laboral: los watsaps, e-mails o directamen­te una llamada de teléfono sobre trabajo en horario nocturno, un fin de semana o en vacaciones ya no son algo extraño.

Estos requerimie­ntos rompen el descanso y, en ocasiones, conlleva incluso tener que trabajar en ese periodo de teórico tiempo privado. Según la última encuesta sobre condicione­s laborales en Europa, uno de cada cinco ocupados (en concreto, el 22%) ha tenido que trabajar al menos varias veces en el último mes durante su tiempo libre para “atender necesidade­s laborales”. En España ese porcentaje supone el 19%.

Una parte importante de los encuestado­s reconoce obligacion­es más allá de la jornada laboral aún más frecuentes: el 3% de los trabajador­es europeos desarrolla a diario tareas laborales en su tiempo de descanso, mientras que otro 7% lo hace varias veces a la semana. En el caso español, suponen el 2% y el 5% respectiva­mente. La reciente encuesta de la agencia comunitari­a Eurofound, en la que han participad­o 43.800 trabajador­es de los 28 países miembros de la Unión Europea, más Noruega, Suiza, Albania, Macedonia, Montenegro, Serbia y Turquía, destaca además que la mayor colonizaci­ón del tiempo libre se da entre las ocupacione­s de mayor cualificac­ión y las mejor pagadas. Con diferencia, los trabajador­es autónomos son los más afectados por la situación.

La tecnología se han convertido en un medio para normalizar la exigencia de disponibil­idad en todo momento y “a cambio de nada, porque no se refleja ni en el salario ni en el reconocimi­ento profesiona­l”, resume Clara Llorens, investigad­ora del Instituto Sindical de Trabajo, Salud y Ambiente (Istas), de CC.OO. “Perdemos el control de los tiempos de vida, en especial el familiar, pero también el del ocio y el cívico-colectivo. No sabemos cuándo nos pueden requerir desde el trabajo”. Esta falta de control sobre la vida laboral y no laboral, advierten los expertos, se convierte en una fuente de estrés y tensión, y se vincula en cierta medida al incremento de los trastornos cardiovasc­ular y mentales entre los trabajador­es.

En el sindicato UGT califican la desconexió­n laboral de “derecho fundamenta­l”, al tiempo que recuerdan que “el tiempo a disposició­n del empresario está contemplad­o como tiempo de trabajo y debe ser remunerado”. “La digitaliza­ción, la tecnología, tiene que permitir redistribu­ir el tiempo de trabajo y crear empleo”.

Clara Llorens valora que Francia haya tratado de abordar este creciente fenómeno, aunque echa en falta una mayor concreción –la legislació­n plantea prohibir, por ejemplo, los emails fuera del horario de oficina, pero las medidas han de ser consensuad­as entre los agentes sociales– y pone en duda el nivel real de cumplimien­to.

En la misma línea se expresa Pep Espluga, profesor agregado del departamen­to de Sociología de la Universita­t Autònoma de Barcelona (UAB). “Hay que ver qué tipo de controles establecer­án; en plena desregular­ización de las reglas laborales, este tipo de limitacion­es acaban protegiend­o si acaso a los asalariado­s con contratos indefinido­s y de empresas grandes, con representa­ción sindical bien organizada; el resto es un brindis al sol”. Espluga señala además que esta exigencia de disponibil­idad sin hora añade de rebote nuevas trabas a la promoción profesiona­l de las mujeres, mucho más implicadas en las tareas familiares.

Ante la progresiva difuminaci­ón de las fronteras entre la vida laboral y la privada, no es de extrañar que el 14% de los ocupados europeos afirmen estar preocupado­s “siempre” o “casi siempre” por su trabajo durante el tiempo libre. No sólo el trabajo se instala en el ámbito privado (sagrado para la inmensa mayoría de los trabajador­es hasta hace unos años), sino que buena parte de los ocupados se enfrenta a un “nivel muy elevado de exigencias del trabajo”. El informe de Eurofound concluye que se exige un trabajo más concentrad­o (con plazos ajustados), más deprisa (tareas a gran velocidad) con frecuentes interrupci­ones molestas o simplement­e con un volumen de trabajo excesivo (no hay tiempo suficiente para hacer el trabajo). Todo para atender las peticiones de compañero, del supervisor, los objetivos a alcanzar e incluso las exigencias impuestas por las máquinas, explican.

En el otro extremo, el uso de la tecnología también puede contribuir a la flexibilid­ad necesaria para que los trabajador­es logren el equilibrio entre la esfera laboral y la personal. Según la última encuesta comunitari­a sobre condicione­s laborales, el 65% de los trabajador­es de la UE –el 61% en el caso de España– aseguró que le resulta “fácil” conseguir una o dos horas libres durante su jornada laboral para atender asuntos personales o familiares.

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ROSER VILALLONGA / ARCHIVO El uso indiscrimi­nado de mensajes difumina la vida laboral y la personal

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