Freno a la recentralización
La derrotada reforma de Renzi preveía retroceder en el federalismo
La victoria del no en el referéndum sobre la reforma constitucional del pasado 4 de diciembre supuso una frenada en seco al propósito recentralizador que perseguía el gobierno de Matteo Renzi. Sin embargo, las ansias de corregir a la baja el actual federalismo italiano se mantienen.
En el proyecto sometido a consulta popular se preguntaba sobre la transformación del Senado en una cámara de representación territorial con muchos menos poderes y también se pedía la opinión sobre la reformar el título V de la Constitución, el que regula la distribución de poderes entre el Estado central y las regiones.
Según el artículo quinto de la Carta Magna, la República Italiana es “una e indivisible”, pero “reconoce y promueve las autonomías locales” y “actúa en los servicios que dependen del Estado con la más amplia descentralización administrativa”. En el 2001 se ampliaron las competencias regionales en un sentido federalista. La frustrada reforma de Renzi pretendía eliminar las materias de competencia compartida y devolver al Estado la ultima palabra en temas básicos como las infraestructuras o la energía. Ese cambio se iba aplicar en las regiones con estatuto de autonomía ordinario (15 sobre 20). En las regiones con estatuto especial (Sicilia, Cerdeña, Trentino-Alto Adigio, Friuli-Venecia Julia y el Valle de Aosta) no iba a cambiar nada, de momento.
Hace años que en el Partido Demócrata y en otras fuerzas políticas italianas son muy escépticos sobre los resultados prácticos de un federalismo que, en general, no ha traído más eficacia ni servicio al ciudadano sino, a menudo, más desequilibrios, más despilfarro e incluso más corrupción. Renzi sostenía que la reforma recentralizadora haría más rápida la toma de decisiones de inversión, se eliminarían incoherencias y se aseguraría mayor homogeneidad nacional en ámbitos diversos.