Menos refugiados, más muertos
El pacto UE-Turquía trasladó el flujo de los Balcanes al Mediterráneo
Atrás han quedado las imágenes de inmigrantes cruzando los campos de Europa para llegar a Alemania y los países nórdicos. La canciller alemana, Angela Merkel, ha visto en el 2016 cómo perdía la batalla ante el primer ministro húngaro, Víctor Orbán, y en marzo del año pasado aceptó su tesis sobre la necesidad de cerrar las puertas de la Unión Europea. Primero, bloqueando la ruta de los Balcanes –sellando la frontera entre Grecia y Macedonia– y después, promoviendo el acuerdo con Turquía, imprescindible para conseguir que el número de inmigrantes se redujera drásticamente en el pasado año.
Estas medidas han conseguido que en los últimos doce meses llegasen a la UE algo más de 363.000 inmigrantes por mar y por tierra, frente a los más de un millón que lo hicieron en el 2015, según los datos ofrecidos ayer por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Las entradas por las islas griegas disminuyeron un 79%. En total, alcanzaron 173.000 personas aproximadamente y el ritmo bajó estrepitosamente a partir del 20 de marzo, el día en que el pacto con Ankara entró en vigor. Hasta entonces, los números batían los récords del año anterior. Sirios, afganos e iraquíes siguieron siendo los más numerosos.
La otra cara de la moneda la ha vivido Italia, ya que con el cierre de la ruta del mar Egeo ha aumentado el número de desplazamientos por el Mediterráneo central. En el 2016 llegaron a las costas del país transalpino más de 180.000 personas, lo que supone una cifra récord.
La ruta, además, es mucho más peligrosa y ello ha ido acompañado de un aumento de la mortalidad. El trayecto desde el norte de África ha vuelto a ser el más mortífero por tercer año consecutivo, pues 4.576 personas han perdido la vida tratando de llegar a Europa. En total, han fallecido 5.079 personas, si se tienen en cuenta las rutas que conducen por Grecia y España.
Con las políticas llevadas a cabo en este último año, la Unión Europea ha logrado reducir el flujo migratorio, pero esta crisis seguirá estando muy presente en las elecciones que se celebrarán durante el 2017. El Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, el Partido de la Libertad de Geert Wilders en Holanda y Alternativa para Alemania tratarán de sacarle el mayor partido posible para ganar votos.
Su mensaje ha ido calando poco a poco en el resto de partidos convencionales y son varios ya los que piden más medidas para controlar la inmigración. El ministro de Defensa austríaco, Peter Doskozil, ha planteado que se
Las cifras récord del 2016: 180.000 personas llegaron a Italia, pero 4.576 perecieron en el mar
procesen las peticiones de asilo en países terceros, como Níger o Jordania, una propuesta que la Comisión Europea negó ayer de plano. “Por ahora, no lo estamos planeando”, dijo la portavoz Natasha Bertaud.
Angela Merkel, tampoco ha logrado imponer su objetivo de buscar una solución común al flujo migratorio. La reubicación de los 160.000 inmigrantes que se tenía que lograr en dos años sigue siendo muy lenta. Hasta el momento, los países europeos han acogido sólo a 9.700 refugiados.
Austria ya anunció hace unos meses que sólo aceptaría un máximo de 37.500 refugiados durante el 2016. Croacia y Eslovenia siguieron sus pasos y avisaron de que sólo acogerían a 580 refugiados al día. Unos límites que también quiere imponer la CSU de Baviera, el socio de Merkel, que lleva tiempo reclamándole a la canciller que adopte la medida.
Y el nuevo primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, quiere instalar nuevos centros de refugiados en el país para identificar a los inmigrantes sin derecho a asilo y poderlos expulsar.
Este es uno de los principales retos a los que se enfrenta la UE a la hora de abordar la crisis migratoria, uno de los elementos que contribuyeron a que el Brexit se impusiera en el referéndum del 23 de junio en el Reino Unido y que amenaza con menoscabar aún más la confianza entre los socios europeos.
Identificar a los nuevos inmigrantes no es fácil, porque muchas veces carecen de documentación o está falsificada. Y cuando se logra, cuesta devolverlos a sus países de origen, porque muchos no los aceptan de vuelta. El año pasado fueron deportadas 162.000 personas.
Bruselas firmó en junio acuerdos con Níger, Nigeria, Senegal, Mali y Etiopía para que estos paí- ses controlaran sus fronteras y se redujera el número de migrantes que llegan a Libia para saltar a Europa. Tan sólo el primero ha ofrecido datos satisfactorios y pese a la intención inicial, la Comisión Europea ha optado de momento por no firmar nuevos pactos con otros países.
Aunque el número de refugiados ha disminuido considerablemente, Alemania, Austria, Suecia, Francia, Dinamarca y Noruega han seguido extendiendo los controles en sus fronteras interiores, de tal forma que la libre circulación en la zona Schengen ha quedado en entredicho, sin que se sepa cuándo se podrá volver a restablecer.