Rusia reduce su actividad militar en Siria tras la reconquista de Alepo
El único portaaviones ruso se retira, con su flotilla, de las costas sirias
Una semana después de que Moscú anunciase un alto el fuego de la mano de Ankara, las fuerzas militares del Kremlin que apoyan en Siria al presidente Bashar el Asad han comenzado a retirarse.
Si bien es cierto que la retirada es parcial, ya que las bases de Latakia (aérea) y Tartus (naval) son permanentes, el Kremlin retira del tablero a dos insignias del poderío militar ruso: el crucero nuclear Pedro el Grande y su único portaaviones, el
Almirante Kuznetsov, desplegados en el Mediterráneo oriental.
El general Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor ruso, fue quien dio la noticia, al asegurar que por orden directa de Vladímir Putin “el Ministerio de Defensa procede a reducir su contingente militar en Siria”.
Sin duda la victoria de las fuerzas gubernamentales, apoyadas por Moscú, ha cimentado este repliegue. De hecho, el propio Guerásimov aseguró que “los éxitos de las fuerzas armadas de Siria en la liberación de Alepo crearon las condiciones necesarias para la resolución pacífica del conflicto”.
Este es un movimiento arriesgado de Moscú, ya que la guerra en Siria parece todavía lejos de acabar. Grupos cercanos a Al Qaeda o el autodenominado Estado Islámico quedaron fuera del alto el fuego acordado a finales del 2016, y esta tregua, como las habidas anteriormente, no es garantía de paz si nos atenemos a los fallidos intentos anteriores.
De todos modos, Valeri Guerásimov recordó que las fuerzas armadas rusas “seguirán apoyando al legítimo Gobierno sirio en su lucha contra los terroristas”. Las bases de Tartus y Latakia, en las que están presentes los rusos desde los años La presencia rusa en las bases de Tartus y Latakia no se altera y seguirá “apoyando al Gobierno sirio” setenta, continuarán su actividad, reforzada recientemente por baterías de misiles C-300 y C-400.
Por su parte el Gobierno de Bashar el Asad ha agradecido la presencia rusa en Siria recordando, a través del jefe del Estado Mayor, Ali Abdalá Ayub, que “el apoyo brindado por las fuerzas aéreas rusas ha desempeñado un papel fundamental en las victorias que allanaron el camino para el acuerdo de cese de las hostilidades”, y que dicho apoyo “creó las condiciones necesarias para el inicio de un proceso político de arreglo de la crisis en Siria”.
Es precisamente la actual tregua, que comenzó el pasado 30 de diciembre, la mayor esperanza rusa para marcar un tanto en la escena internacional. De la mano de Turquía, y dejando fuera de toda decisión a Estados Unidos, las conversaciones de paz deberían celebrarse este mes en Astaná, la capital de Kazajistán, algo insólito y que demuestra claramente que el nuevo clima de entendimiento entre Putin y Erdogan pasa por dejar fuera a EE.UU., al menos mientras Barack Obama siga en la Casa Blanca.
Pero la tregua no parece estar cumpliéndose. Las fuerzas progubernamentales y grupos rebeldes mantienen su intercambio de fuego en la región de Uadi Barada, al noroeste de la capital siria.