La Vanguardia

Rusia reduce su actividad militar en Siria tras la reconquist­a de Alepo

El único portaavion­es ruso se retira, con su flotilla, de las costas sirias

- RICARDO MARQUINA Moscú. Servicio especial

Una semana después de que Moscú anunciase un alto el fuego de la mano de Ankara, las fuerzas militares del Kremlin que apoyan en Siria al presidente Bashar el Asad han comenzado a retirarse.

Si bien es cierto que la retirada es parcial, ya que las bases de Latakia (aérea) y Tartus (naval) son permanente­s, el Kremlin retira del tablero a dos insignias del poderío militar ruso: el crucero nuclear Pedro el Grande y su único portaavion­es, el

Almirante Kuznetsov, desplegado­s en el Mediterrán­eo oriental.

El general Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor ruso, fue quien dio la noticia, al asegurar que por orden directa de Vladímir Putin “el Ministerio de Defensa procede a reducir su contingent­e militar en Siria”.

Sin duda la victoria de las fuerzas gubernamen­tales, apoyadas por Moscú, ha cimentado este repliegue. De hecho, el propio Guerásimov aseguró que “los éxitos de las fuerzas armadas de Siria en la liberación de Alepo crearon las condicione­s necesarias para la resolución pacífica del conflicto”.

Este es un movimiento arriesgado de Moscú, ya que la guerra en Siria parece todavía lejos de acabar. Grupos cercanos a Al Qaeda o el autodenomi­nado Estado Islámico quedaron fuera del alto el fuego acordado a finales del 2016, y esta tregua, como las habidas anteriorme­nte, no es garantía de paz si nos atenemos a los fallidos intentos anteriores.

De todos modos, Valeri Guerásimov recordó que las fuerzas armadas rusas “seguirán apoyando al legítimo Gobierno sirio en su lucha contra los terrorista­s”. Las bases de Tartus y Latakia, en las que están presentes los rusos desde los años La presencia rusa en las bases de Tartus y Latakia no se altera y seguirá “apoyando al Gobierno sirio” setenta, continuará­n su actividad, reforzada recienteme­nte por baterías de misiles C-300 y C-400.

Por su parte el Gobierno de Bashar el Asad ha agradecido la presencia rusa en Siria recordando, a través del jefe del Estado Mayor, Ali Abdalá Ayub, que “el apoyo brindado por las fuerzas aéreas rusas ha desempeñad­o un papel fundamenta­l en las victorias que allanaron el camino para el acuerdo de cese de las hostilidad­es”, y que dicho apoyo “creó las condicione­s necesarias para el inicio de un proceso político de arreglo de la crisis en Siria”.

Es precisamen­te la actual tregua, que comenzó el pasado 30 de diciembre, la mayor esperanza rusa para marcar un tanto en la escena internacio­nal. De la mano de Turquía, y dejando fuera de toda decisión a Estados Unidos, las conversaci­ones de paz deberían celebrarse este mes en Astaná, la capital de Kazajistán, algo insólito y que demuestra claramente que el nuevo clima de entendimie­nto entre Putin y Erdogan pasa por dejar fuera a EE.UU., al menos mientras Barack Obama siga en la Casa Blanca.

Pero la tregua no parece estar cumpliéndo­se. Las fuerzas proguberna­mentales y grupos rebeldes mantienen su intercambi­o de fuego en la región de Uadi Barada, al noroeste de la capital siria.

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AP Aviones Sujói 33 en la cubierta del Almirante Kuznetsov, en una imagen del Ministerio de Defensa ruso

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