Las purgas debilitaron la seguridad en Turquía
La Fiscalía turca exigió ayer la encarcelación de diez de los trece detenidos por la masacre del club Reina, de Estambul, en Nochevieja, cuya autoría fue asumida por el Estado Islámico (EI). Sin embargo, el terrorista –que causó 39 muertos y unos 70 heridos– sigue sin aparecer después de seis días. Según el que fue jefe antiterrorista del servicio de inteligencia estatal (MIT), Mehmet Eymür, el autor de la matanza contó, al parecer, con un entrenamiento especial, no propio de un voluntario yihadista en Siria sino de un agente de servicios de inteligencia. “¿Quién está detrás del EI? Eso es lo importante. ¿Quién lo creó?”, se pregunta en esta línea Eymür en una entrevista para el diario Milliyet. Sea como fuere, el resultado de atentados vinculados al EI y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) arroja desde el 5 de junio del 2015 –apenas un año y medio– al menos 425 muertos y cientos de heridos en toda Turquía. Ayer fueron detenidas 18 personas por su presunta vinculación en el atentado de Esmirna, que el jueves costó la vida a un policía y a un ujier de los juzgados. Las autoridades están convencidas de la autoría de la organización armada PKK. En la ciudad de Adiyaman, un centro neurálgico del Estado Islámico en Turquía, hubo otras seis detenciones. A juicio de varios expertos en seguridad, las purgas a raíz de la intentona del pasado julio han debilitado en gran medida las defensas del Estado, puesto que la organización golpista (los miembros del movimiento religioso liderado por Fethullah Gülen infiltrados en tentáculos estatales) desempeñaba un papel central en las instituciones ligadas a la seguridad y los servicios de inteligencia en Turquía.