Sed de nieve en la alta montaña
El esquí de los Alpes recurre también a los helicópteros para cubrir de blanco sus secas pistas
En las estaciones de Francia 40.000 personas esperan aún ser llamadas para trabajar en las pistas
Dos imágenes, idéntico mensaje. Mientras en Baqueira-Beret se hace acopio de nieve en sacos para repartirla por las pistas, a sólo unos centenares de metros, en Garòs, la alta montaña se quema. Dos escenas inusuales para un seis de enero que han coincidido en el tiempo en Val d’Aran. Estampas que son un fiel reflejo de una realidad repetida en el resto de los Pirineos y el centro de Europa, donde este año hay mucha sed de nieve.
La situación es especialmente preocupante en Suiza (no se recuerda un invierno tan seco en esas montañas) o los departamentos de Isère, Saboya y Alta Saboya de los Alpes franceses, donde un cuarenta por ciento de las personas que se preveía contratar esta temporada (alrededor de 40.000) aún no han empezado a trabajar a estas alturas de la campaña. Y es que la alta montaña del centro de Europa, igual da si se mira a Francia como a Suiza, Austria o Alemania, está tanto o más seca que la cordillera pirenaica. El incendio declarado la noche del jueves en cotas cercanas a los dos mil metros en Garòs es la prueba más evidente de esta realidad. Las llamas han quemado una zona de monte que a estas alturas del invierno tendría que estar cubierta de nieve.
Pero la factura más inmediata de esta sequía la está pagando el negocio del esquí. Las estaciones de los Pirineos y también muchos complejos de los Alpes se han visto obligadas a gastar más dinero del previsto para sobrevivir con la nieve caída de forma natural en una única nevada. Fue a finales de noviembre y ese temporal dejó una discreta base de nieve en esas estaciones. Sólo una década atrás esos grosores habrían sido insuficientes para iniciar, con garantías de cualidad, una campaña de esquí, afirma Joaquim Alsina, director de la Associació Catalana d’Estacions d’Esquí i Muntanya (ACEM). Lo sorprendente es que hoy, con esa sola nevada de finales de noviembre, la práctica totalidad de las estaciones de los Pirineos y otros complejos de los Alpes estén operativas. Hay una explicación. Los complejos de esquí, conscientes de su dependencia con un clima que cada vez menos favorable, han invertido mucho los últimos años (en el Pirineo catalán hay alrededor de dos mil cañones) en innivación artificial. La tecnología de esa maquinaria también ha evolucionado y en la actualidad los cañones necesitan menos energía para funcionar y se activan, si el clima es seco, con una temperatura de entre cero y un grados.
En inviernos como el actual el trasiego de la nieve fabricada de forma artificial es muy intenso en el área de pistas. De las cotas más altas se arrastra con máquinas a los puntos más bajos. Lo novedoso, desde la temporada pasada, es que ese traslado de nieve se haga en camiones o helicópteros. Es la estrategia aplicada por estaciones como Baqueira-Beret y otros complejos de los Alpes. Movimientos de nieve metida en sacos que no pasan desapercibidos y que generan debates sobre si todo vale para salvar una campaña de esquí.
Lluís Toldrà, abogado especialista en temas ambientales y miembro de Depana, considera como “un mal menor” ese trasiego de nieve en camiones y helicópte-
Los complejos de todo el continente trabajan a destajo para mantener abiertas sus puertas con una única nevada
ros en áreas donde el paisaje ya se ha transformado por la existencia de estaciones de esquí. Otra cosa muy diferente, recalca Toldrà, sería plantear ampliaciones o nuevas estaciones “sin tener en cuenta las lecciones que nos está dando el clima en las áreas de montaña”. En Francia, sin embargo, el uso de helicópteros para llevar la nieve a complejos como Les Karellis (Saboya) o SainteFoy-Tarenta sí ha suscitado polémica en las redes sociales. En esas áreas de los Alpes se está haciendo lo mismo que en Baqueira, acumular nieve producida con los cañones o sacada de cotas altas para llevarla a zonas estratégicas, como accesos a remontes o conexiones entre pistas. Siempre que esas actuaciones se acoten al dominio esquiable de la estación –al margen de la opinión de aquellos que consideran excesivo el gasto para favorecer una actividad de ocio o cuestionen la contaminación generada– no hay ninguna ilegalidad en el operativo. Otra cosa muy diferente y que ya ocurrió el pasado año en Francia (ahí estaría el punto más álgido de la polémica en los Alpes) es que la nieve se vaya a buscar con helicópteros a glaciares.
Joaquim Alsina, director de l a ACEM, recalca que ese traslado de nieve en camiones y helicópteros, cuyo coste asume una empresa privada, “acaba favoreciendo a todos los negocios que hay cerca de las estaciones de esquí”. Como los esfuerzos que están haciendo esta temporada, con extra de trabajo, todos los complejos para ofrecer las mejores condiciones a sus clientes. Los resultados están en el balance que hace el negocio del esquí de las vacaciones de Navidad. Se puede decir que el sector, al menos en los Pirineos, ha salvado los muebles y ha sorteado con un moderado éxito el inicio de uno de los inviernos más secos de los últimos años. La excepción hay que buscarla en las estaciones de la zona más oriental, como Masella o La Molina, donde la nevada de noviembre fue mucho más generosa que en el área central y occidental de los Pirineos.
La capacidad de las estaciones para sobrevivir a esta sequía (superado el impacto visual de la imagen en las cotas bajas ) queda patente en las zonas más altas de los complejos, donde sorprende la calidad y cantidad de nieve si se piensa que hace más de un mes que no cae ni un copo en esas cotas. Y sólo hay que mirar alrededor para darse cuenta de que en las montañas vecinas, donde no hay cañones, el paisaje sigue siendo marrón, color que tendrían también esas pistas si no existieran los cañones