Excelente Sellent
El editor Bernat Puigtobella completa estas semanas un trayecto capicúa que le ha llevado por las tres fases de un juego tradicional: piedra, papel y tijera. Tras iniciarse en el mundo de la edición literaria imprimiendo libros en papel, en el sello Empúries, Puigtobella empezó a picar piedra en el mundo digital. En los últimos años, ha consolidado un medio cultural de referencia con miles de usuarios (y colaboradores gratisetamorosos) bajo la afortunada cabecera de Núvol. Más allá de las reseñas múltiples, los debates gremiales y las polémicas encendidas, también ejerce de editor de libros. La Biblioteca Digital de Núvol, iniciada en 2012 con la narración inédita de Toni Sala El cotxe, consta de dieciséis e-books: narrativa, poesía, teatro, ensayo y correspondencia. De autores de interés como Enric Casasses, Ferran Toutain, Anna Punsoda o Sebastià Perelló. El último, La catalana lletra, de Jaume Subirana. Pero ahora Puigtobella vuelve a la tinta y al papel desde este mismo sello nuboso. Y lo hace de un modo espectacular, porque el primer volumen de este sello digital tiene un millar de páginas. Se titula Shakespeare (Versions a peu d’obra) y contiene las traducciones al catalán de una decena de obras de Shakespeare que firma Joan Sellent.
La mayoría de shakespeares que, en las dos últimas décadas, pueda haber visto un buen aficionado al teatro en catalán son obra suya. Entre el estreno del Hamlet que dirigió e interpretó Lluís Homar en 1999 y el Ricard III que el mismo Homar estrenará en el TNC el próximo mayo, dirigido por Xavier Albertí, Sellent recibió el encargo de traducir ocho obras más, entre las cuales El
Rei Lear, El mercader de Venècia o El somni d’una nit d’estiu. Dice Marcos Ordóñez en una especie de epílogo coral que el editor Puigtobella incluye con las opiniones de gente de teatro, que Sellent es más que un traductor: “Es un hombre de teatro, siempre atento a la potencia escénica y la musicalidad del lenguaje”. Este es su secreto: tener en cuenta la naturaleza oral del texto teatral, aboliendo la distancia entre tecla y cuerda vocal, y poniéndolo al servicio de una obra con más elementos. Sostiene Sellent: “Nunca di una versión por totalmente terminada hasta que no pasó la prueba de una lectura compartida con el director, con la negociación de cambios y retoques que ello suele comportar, y de escucharla en boca de los actores que deben defenderla sobre el escenario”. Sellent es, en efecto, un hombre de teatro. Se implica en los ensayos y, si hace falta, asesora a los actores en la elocución del verso. Afirma que esta intervención en la cocción teatral casi siempre ha sido bien recibida y alentada. Excepto “por algunos directores que suelen dar prioridad a otros lenguajes escénicos por encima del texto y tienden a subestimar la importancia del verso como recurso estilístico”. La impresionante nómina de directores con los que ha trabajado (Albertí, Bieito, Broggi, Chornet, Duran, Homar, Lavaudant, Mestres, Molins, Ollé, Pascual, Portaceli, Ribalta, Rigola) invita a jugar al Cluedo.
El secreto de Sellent es tener en cuenta la oralidad del texto teatral, aboliendo la distancia entre tecla y cuerda vocal