La Vanguardia

¿Son aburridos los editores?

- Llucia Ramis

“Qué coñazo de crónica. ¿A quién le importa lo que hagamos los editores en Año Nuevo?”, dice alguien que de todos modos contará el suyo. En el cine ponen El editor de libros, una película de Michael Grandage sobre Max Perkins, que descubrió entre otros a Hemingway, Fitzgerald y Thomas Wolfe. La directora de Edicions 62, Pilar Beltran, fue a verla: “El protagonis­ta es tristón, aburrido, no estamos bien reflejados”. Por la cantidad de saraos literarios que hay en fechas no navideñas, diría que son más fiesteros. “Además, tiene un despacho superlimpi­o y ordenado, con un solo manuscrito en la mesa; es poco verosímil”, remata.

Beltran ha leído dos originales que publicará en breve, y ha releído

Vals negro, de Ana María Moix. Mientras, preparaba la escudella de Sant Esteve y colgaba fotos en Twitter. En Nochebuena, fue al canto de la Sibila que Maria del Mar Bonet ofreció en la Bonanova. Por su parte, la editora de Destino Anna Soldevila lo vio en la catedral de Palma, después de recorrer escenarios clásicos como el bar Bosch o Can Joan de s’Aigo. Además de lecturas que estarán en su catálogo, cayó en Tú

no eres como las otras madres ,de Angelika Schrobsdor­ff (Errata Naturae/La Campana).

Pero la novela más leída por las editoras esta Navidad ha sido la que tiene enganchado al presidente Mariano Rajoy: Patria, de Fernando Aramburu (Tusquets). Glòria Gasch, de Columna, lo empezó en La Molina, donde fue a esquiar, y Elena Ramírez, de Seix Barral, lo releyó en Tours, en Francia, a la lumbre y rodeada de gatos. También la acompañaba­n la traducción de 432

1 de Paul Auster, que publicará en septiembre, La vuelta al día, de Hipólito G. Navarro (Páginas de Espuma), y Teatro reunido de Eduardo Mendoza, en preparació­n y con el que se ha reído mucho. Luis Solano, de Libros del Asteroide, pasó la Navidad en Galicia y el fin de año en Villanueva de la Vera. Lo hizo con Solo

hechos, el último volumen de los diarios de Andrés Trapiello (PreTextos). Aniol Rafel, de Periscopi, tuvo una gripe, fue a Girona y Figueres, y pasó el fin de año en Púbol. Leyó Instambul, Instambul, de Borhan Sönmez, The Idiot, de Elif Batuman, y El trobador Cuadeferro, de Jordi Cussà (L’Albí).

Entre compras para sus hijos y preparacio­nes culinarias, Dina de la Lama, de Empúries, se ha asomado a los ensayos que formarán parte de

La gran regressió, libro que publicará en mayo y que reflexiona sobre el Brexit, Trump, los atentados, el cambio climático, etcétera. Además ha leído libros infantiles, como El

cel i la terra, de Pascale Hédelin y Laurent Richard (Cruïlla); A la cua!, de Tomoko Ohmura (Corimbo), o

Feres ferotges, de Chris Wormell

(Juventud).

Los editores releen mucho. Bajo la milagrosa boira pixanera de Siurana, Maria Bohigas, de Club Editor, ha releído Mesure de nos jours, de Charlotte Delbo. Mientras que, en Torino con la mamma, Silvia Querini, de Lumen, recuperó unos cuentos “espléndido­s” y poco conocidos de Natalia Ginzburg, así como su famoso texto A propósito de las

mujeres, que la acompaña en los momentos importante­s. Dice que es más reconstitu­yente que las vitaminas.

Otro tipo de reconstitu­yente, más parecido a un bocata de ibuprofeno con tomate (a juzgar por la foto que le hizo), es lo que se tomó Ramon Mas de Les Males Herbes el uno de enero. Cenó con unos amigos y acabaron apartando los muebles para convertir su comedor en una pista de baile; se comieron los turrones a la hora del desayuno. Mas ha leído

La glándula de Ícaro, de la escritora rusa Anna Starobinet­z (Nevsky Prospects) y A reculons, de Rafael Tasis (Cossetània). Por lo visto le dijo a Laura Huerga, de Raig Verd, que se caería de culo con Recorda

que moriràs, de Ferran Garcia. Ella, por si acaso, lee en el sofá, también

Ancoratge de Míriam Cano (Terrícola) que le recomendó Lluís Calvo, y dos originales: un ensayo feminista y otro ecologista.

El sofá es el lugar de trabajo de muchos editores. Josep Lluch ha pasado en el suyo largas horas con el

Diccionari Pla de literatura, de Valentí Puig (Destino). No se ha alejado del Vallès, centro neurálgico de su familia. Algunos directamen­te se han quedado en casa. Y Claudio López Lamadrid incluso ha ido a la oficina para repasar títulos publicados por Penguin Random House en Latinoamér­ica, como los de María Moreno, Cristina Rivera Garza o Daniel Guebel. Además ha preparado la conversaci­ón que tendrá con César Aira a finales de mes en Cartagena de Indias.

Valeria Bergalli, de Minúscula, tenía el plan supuestame­nte cozy de acabar trabajo pendiente, ver pelis, alguna serie y leer. Este plan siempre se ve perturbado, lo que no le impide trazarlo una vez tras otra, porque disfruta del placer de la anticipaci­ón. Así, pudo dedicarle tiempo a Vivir entre lenguas, de Sylvia Molloy (Eterna Cadencia),

What Language Do I Dream In ,de Elena Lappin y algunos ensayos de André Aciman. Aún tiene pendiente La Triunfante, de Teresa Cremisi (Anagrama), que acabará en los estantes de las memorias de editores, uno de los subapartad­os de su biblioteca, en el que está Autobiogra­fia di una femminista distratta ,de Laura Lepetit, fundadora de La Tartaruga.

¿Son aburridos los editores? No. Y por fin volverá la normalidad de actos y presentaci­ones para constatarl­o.

La novela más leída por las editoras esta Navidad ha sido la que tiene enganchado al presidente Mariano Rajoy

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MINÚSCULA
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ANNA SOLDEVILA
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