La Vanguardia

Malditos roedores

- Ramon Aymerich

¿Son los economista­s como los meteorólog­os? Cómo las masas insatisfec­has son lo más parecido al cambio climático

Un misterio recorre los departamen­tos de prospectiv­a económica en el Reino Unido. Las previsione­s que auguraban una recesión profunda e inmediata tras el Brexit no se han confirmado. Fallaron el FMI y la OCDE. Pero a quien menos se le perdona el error es al Banco de Inglaterra, al que los medios y políticos tratan hoy casi como a meteorólog­os en vísperas de un puente vacacional. Han pasado seis meses desde la consulta y el dilema es saber si esa temible recesión está por llegar –“fallamos en el plazo”, lo que también puede ser probable– o si simplement­e se equivocaro­n.

Andrew Haldane, economista jefe del Banco de Inglaterra, reconocía ayer en The

Guardian que sus modelos de trabajo tienen un problema para calibrar “el comportami­ento irracional en la edad moderna”. Insólita y profesiona­lmente sincero, Haldane afirma que el origen está en no haber visto venir la crisis del 2008 y culmina con el mal calculado impacto del Brexit. “Pero hay que adaptarse. Algo parecido ocurrió en la Gran Depresión y de todo aquello surgió Keynes y la nueva macroecono­mía”.

El descrédito del que habla el economista jefe del Banco de Inglaterra es un problema grave. Porque la pérdida de confianza en los expertos da alas a oportunist­as que piensan que el mundo se gobierna en Twitter, como hace Trump con las empresas de coches.

Más difícil es saber si en esa sucesión de errores ha influido la creciente prevención de expertos y dirigentes hacia las masas que van por libre. Esa prevención no es nueva. Fue muy intensa en la primera mitad del siglo XX, y razonable en la generación de científico­s sociales que había visto crecer el nazismo. Hoy impregna de nuevo muchos análisis. También entre los politólogo­s. En los últimos meses, quizás escamados por tanto voto sorpresa, se ha empezado a revisar la bondad de procesos consultivo­s y referéndum­s. De ser la máxima expresión de la democracia hace sólo una década, las consultas han pasado a ser un riesgo, una solución naif y maniquea para resolver los problemas de verdad.

¿Hay que tener miedo de la gente que va por libre? Bastante. Sobre todo si está insatisfec­ha. Pero no se precipiten. La realidad siempre es mucho más compleja. Miren, esta semana la prensa recordaba que los lemmings, un tipo de roedor que habita la tundra, no se suicida en masa, como mostraba Infierno blanco, un documental de la factoría Disney de 1958. En los ciclos de sobrepobla­ción y hambruna, los lemmings emigran de forma masiva. Pero no se dejan caer tontamente cuando llegan al borde de un acantilado –como mostraba la película–. En realidad, la escena fue un montaje de los realizador­es, que acorralaro­n a los lemmings y los forzaron a ahogarse. Aquella escena pobló las pesadillas de mi adolescenc­ia. ¡Los pequeños roedores eran la perfecta metáfora de hasta dónde puede llegar la humanidad en su estulticia! Del precio y las consecuenc­ias de seguir estúpidame­nte a las masas... Pero ya ven. Era una trola.

Hay que tener cuidado con las metáforas redondas. Incluso los roedores hambriento­s saben virar a tiempo.

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