De la timidez al desparpajo
Liza Minnelli era una niña retraída y gracias a las exigencias de convertirse en cantante y actriz extrajo de su interior la voluptuosidad y la picardía de un oficio que heredó de sus padres, Vicente Minnelli, mítico director de películas musicales, y Judy Garland, adorada artista cinematográfica de este género. Liza no ha tenido una vida apacible. El cielo de sus éxitos se ha alternado con un infierno de adversidades, por adicciones diversas y atropellos de salud, aunque persiste la imagen desenfadada del papel que interpretó en el filme Cabaret, con sus piernas inquietas, los ojos saltones y las pestañas postizas inundadas de rímel. Últimamente, la actriz ha participado en algunos conciertos benéficos y se la ha visto en algún cameo en la televisión.
Aunque no echó en falta el cobijo de sus progenitores, el hecho de que se separaron cuando ella tenía cinco años le dejó el recuerdo de una niñez turbulenta. Nacida en 1946 en Los Ángeles, con tan sólo tres años ya apareció fugazmente en una película que rodaba su madre. Muy pronto fue a una escuela de música y artes escénicas. Fue recorriendo más de catorce centros educativos antes de emanciparse para irse a Nueva York con tan sólo dieciséis años. Siguió cursos de teatro en el Greenwich Village y debutó como cantante en los clubs nocturnos del Off Broadway en 1963. Al cabo de un año actuó con su madre en Londres.
Pronto adquirió renombre como cantante y bailarina en los espectáculos de variedades. En 1964 salió su primer álbum Liza, Liza. A lo largo de su carrera ha grabado un treintena de discos. En 1965 arrancó el carrusel de musicales de la factoría John Kander & Fred Ebb con el título Flora, the red menace, al que seguirían el mítico Cabaret, que Bob Fosse llevó a la gran pantalla, y Chicago. Caba-
ret supuso para Liza Minnelli un Oscar, además de un Bafta y un Globo de Oro. Desde entonces nadie entendería a la Sally Bowles del antro berlinés sin el icono de mujer pícara y seductora fabricado por la actriz en la película.
En 1969 había sido nominada al Oscar por su interpretación en El cuco estéril de Allan J. Pakula. Entre 1974 y 1981 participó en más de ocho películas, entre las cuales destacan New York, New York de Martin Scorsese, Dime que me amas, Junie Mon de Otto Preminger, y Arturo el
soltero de oro de Jason Winer. Liza Minnelli ha cantado junto a Frank Sinatra, Charles Aznavour y Cliff Richard y ha dado conciertos por todo el mundo. En el 2011, en la sala Olympia de París, cuando fue condecorada con la Legion de Honor. En España, en varias ocasio- nes: en el Festival de Cap Roig en el 2007, además de Madrid, Santander y San Sebastián.
Se ha casado cuatro veces: con Peter Allen, con Jack Haley jr, con Mark Gero y con David Gest, amigo de Michael Jackson, en una pomposa ceremonia a la que asistieron ochocientos invitados, entre los que estaban Elizabeth Taylor, Gina Lollobrigida, Anthony Hopkins, Michael Douglas y Mia Farrow. Gest fue hallado muerto en un hotel de Londres en abril del año pasado. Liza ha tenido aventuras con diversos artistas como el propio Scorsese y Peter Sellers.
La actriz ha sufrido severos episodios de intoxicación por ingestión de alcohol y drogas. Ella lo ha atribuido a un gen familiar. La madre murió a los 47 años por una sobredosis de barbitúricos, tras varios intentos de suicidios, y la hija estuvo ingresada en clínicas de tratamiento varias veces, la primera a los treinta y cinco años. Además ha sido operada de la cadera, la rodilla, la espalda y las cuerdas vocales. En el 2000 sufrió una encefalitis que estuvo a punto de dejarla en una silla de ruedas para siempre.
Sólo la fuerza y el entusiasmo han impedido que se doblegase ante las adversidades. En el 2008 reapareció en un show en el que cantaba los éxitos de su carrera, en el 2010 regresó al cine en la segunda película de Sexo en Nueva York, donde bailaba en plena forma física. Se ha declarado episcopaliana y ha colaborado en causas filantrópicas. No tiene hijos, pero, aunque fue hija única de sus padres, tiene hermanastros de los segundos matrimonios de ellos. Su vida ha discurrido por un tobogán emocional, controlado tan sólo poro el compás de la actividad artística.