La psicóloga que dirige teatro terapéutico
CLÀUDIA CEDÓ LIDERA DESDE HACE DIEZ AÑOS EL PROYECTO DE TEATRO ESCENARIS ESPECIALS QUE PROTAGONIZAN PERSONAS CON RIESGO DE EXCLUSIÓN SOCIAL
Sus obras ya han ganado premios y se han representado con éxito en salas de Barcelona y Girona
Uno de sus disfraces predilectos era el de princesa, cuya corona no se quitaba ni para ir a comer, pero también le gustaba transformarse en presentadora o en bruja maléfica poseedora de un viejo secreto escondido bajo la cascada de su casa, que era la ducha. Clàudia Cedó y su hermana, veintidós meses menor que ella, jugaban sin cesar día tras otro cuando eran pequeñas. En el coche su padre les decía que se fijasen en el paisaje, pero estaban en su mundo: dentro de una nave espacial viajando de un lado para otro. Con los años, su hermana se cansó de tanto juego y, en cambio, Clàudia encontró en este entretenimiento la chispa de su verdadera vocación.
El empeño por hacer realidad sus retos, sumado a una buena base de estudios en psicología y arte dramático y varios cursos al extranjero para formarse, y también muchas horas encima de los escenarios y entre bambalinas, han llevado a esta joven de 33 años –nacida en Tortosa que desde que tenía un año vive en Banyoles– a despuntar holgadamente en unas artes escénicas que van más allá de la representación teatral.
Lleva diez años de liderazgo de Escenaris Especials, un proyecto que usa el teatro como herramienta de intervención psicológica a personas con riesgo de exclusión social de entidades como la Fundació Mas Casadevall, la Fundació Ramon Noguera o el Centre de Salut Mental Girona, con quienes a final de curso realiza una obra que se estrena en la Factoria d’Arts Escèniques de Banyoles y la sala La Planeta de Girona.
Pero esta psicóloga, directora y dramaturga, que ejerce los tres trabajos a la vez, también se ha hecho un hueco en el panorama de la dramaturgia catalana: en 2015 ganó el Torneig de Dramatúrgia Catalana de Temporada Alta y el premio Butaca al mejor texto teatral por Tortugues: la desacceleració de les partícules. Otros espectáculos escritos por ella, Et planto con miembros de El Vol del Pollastre, pasó por el Tantarantana de Barcelona y este 2016 ha estrenado L’home sense veu en la sala La Planeta dentro del Festival Temporada Alta y el mismo espectáculo se ha podido ver en la sala Flyhard de Barcelona.
Precisamente, en esta última obra la joven dramaturga catalana plantea el reto de la comunicación entre las personas, la soledad que viven y la posibilidad de encontrar un lenguaje común, que permita conectarse unos con otros. “Tenía ganas de hablar del proyecto de Escenaris Especials porque me ha aportado mucho. Es posible acercarnos a alguien que está muy cerrado con él mismo si somos capaces de cambiar la manera de comunicarnos con él. He conocido a gente con una enfermedad mental, discapacidad o autismo que a través del teatro se han abierto un poco. Es como si me hubieran dado permiso para entrar y acercarme a su mundo. Y de estos momentos de alta calidad comunicativa es de lo que quería hablar en L’home sense veu, detalla Clàudia, que escribe en Tivissa durante los veranos en casa de su abuela.
Curiosa e inquieta, le gusta indagar cómo funciona el pensamiento y la maquinaria emocional humana. “Cuando entran los alumnos de Escenaris Especials pienso en cómo están hoy, si están bajos y en cómo ayudar a remontarlos”, comenta. Pero desde que empezó el proyecto de teatro terapéutico, su visión ha cambiado: “Al principio pensaba que lo que hacía era una intervención psicológica a los alumnos a través del teatro, pero no es así. Hay muchos alumnos que por el hecho de tener una discapacidad no quiere decir que necesiten una intervención psicológica, sino que tienen otro ritmo de funcionar o comunicarse. Igual que yo necesito gafas para ver mejor, los que tienen discapacidad intelectual requieren que tu les expliques las cosas dos veces, por ejemplo”, añade esta creadora, coordinadora y docente del proyecto.
Para ella, teatro es sinónimo de espacio de libertad. “Un lugar donde se pueden sacar cosas que en la vida algunos no pueden. Todos de pequeños tenemos la arena en la escuela para salir a jugar y ser médicos, padres, madres o brujos. Pero cuando nos hacemos mayores este espacio desaparece y no hallas un lugar donde dejarte ir. El teatro te da la excusa y el marco perfecto para saber que si gritas no estás loco”, concluye Clàudia Cedó, quien no descarta escribir cine en un futuro.