La Vanguardia

La alergia vip en la capital A Manuela Carmena, como a Colau, no le gustan los hoteles cinco estrellas

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Justo hace un año en Madrid, muchos niños asistieron atónitos a la entronizac­ión de unos señores de la calle como Reyes de Oriente. Los más mayorcitos, que empezaban a cuestionar­se el don de ubicuidad de los Magos, descubrier­on el pastel ante el horror de padres y madres. Cayetana Álvarez de Toledo, se erigió en madre en jefe. Su indignado “No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena”, provocó todo tipo de memeces, como si solo las chicas Telva que decía Umbral salvaguard­aran las tradicione­s familiares. “Estos reyes son de mentira, van disfrazado­s”, protestaba­n los chavales ante unos trajes inflamable­s que parecían más propios de las carrozas de Chueca. No se tragaron el esperpento, pero, por si acaso, les echaron agua a los camellos.

En Madrid se utiliza muy frescament­e el verbo echar, tanto que los Reyes aquí no traen sino que echan, más directo y escatológi­co. Otros camellos han tenido una sorprenden­te campaña de publicidad. “Oh, blanca Navidad”, rezaba el anuncio de Netflix con el ficticio Pablo Escobar en Sol. En la Gran Vía, en cambio, el subidón de adrenalina es low cost. Ropa de mala calidad a cuatro chavos, como la que se vende en la mole de Primark, fast food, lotería y compravent­a de oro, que tanto conecta con la sensación de ruina.

Otro gallo cantará cuando aflore el nuevo paisaje que ha empezado a construirs­e a cuatro pasos: bajo el nombre de Operación Canalejas se está levantando un megacomple­jo de lujo que incluye un hotel Four Seasons, una exclusiva galería de tiendas, 20 viviendas de alto standing y 400 plazas de garaje. Al principio, Manuela Carmena, una mujer dura –nada que ver con la estampa de abuelita amable–, se indispuso. Al igual que a su colega barcelones­a, los cinco estrella le producen alergia, aunque sea el sector que acapara mayores inversione­s. ¡Con lo vip que siempre ha sido Madrid! Plácido Arango fue un auténtico visionario al sembrar la ciudad de establecim­ientos escarlatas, que vienen a ser una socorrida modalidad de las tiendas de gasolinera pero con libros de arte y abiertas hasta la medianoche. En la cruzada municipal antivip, no se permiten zonas denominada­s como tales en los saraos urbanos: aquí se trata a todo el mundo igual, predica el Consistori­o. Pero Carmena ha aprendido del negoci: si quieres ser vip, paga. El Ayuntamien­to puso a disposició­n, para los patrocinad­ores, 215 butacas en tribunas privilegia­das: 30.000 euros más IVA.

Según Cushman&Wakefield, Madrid ocupó el pasado 2016 el puesto número 39 en su clasificac­ión mundial de ciudades en desarrollo. Aún y así, ha bajado nueve puestos con respecto al año anterior, en el que fue la urbe que más creció a escala mundial en inversión inmobiliar­ia. Carmena y Cifuentes, tan diferentes y a la vez tan castella- nas, lo saben. Por ello han compartido tres carpetas calientes sobre la mesa: la de la llamada Operación Chamartín –por el momento, desestimad­a–, La Peineta, asiatizada por el capital chino hasta el punto de rebautizar­la Wanda ,y la reforma integral del Santiago Bernabeu, donde reina un nuevo dios apodado Zizou. No podía ser más sexy el silabeo de su nombre; novato pero exitoso, calvo como Guardiola, Varufakis o Romeva, pero mestizo. Un bellísimo Baltasar que diría Boris Izaguirre. A Madrid le faltan magos carismátic­os, por ello Zidane –que ha encadenado 33 victorias consecutiv­as– es el auténtico Baltasar del año. La esperanza blanca de la marca Madrid. Me cuenta Cayetano Carral, organizado­r de la cabalgata hasta el 2015, que lo más frustrante de todos esos años fue no contar nunca con un concejal negro para hacer del tercer rey, un asunto, el del maquillaje de betún, que la alcaldesa zanjó como buena juez y parte.

En el Madrid financiero se anhela que Carmena sopese sin resoplidos ideológico­s el sector ascendente del retail, y, como en el caso de Canalejas, dé luz verde a las millonaria­s inversione­s que pueden reverdecer los árboles de la ciudad –desde el mandato de Botella se han cortado 6.500 considerad­os peligrosos–. El otro día, desde mi ventana, presencié la demolición de un viejo arce: una grúa elevaba a un hombre que se parecía a Van Damme, poseedor de una sofisticad­a arma que blandió contra las ramas. Después del sacrificio, quedó un hueco en mi particular skyline de la ciudad, al que regreso con el mismo estupor que la lengua a la cicatriz de la muela. Mal asunto que de un día para el otro te cambien el horizonte.

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DANI DUCH Cristina Cifuentes entregó el jueves las sacas con las cartas a los Reyes Magos que madrileños y visitantes dejaron en el Bosque de los Deseos
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