Ocurrencias de fin de semana
Se imaginan a Mariano Rajoy, Susana Díaz o Iñigo Urkullu imitando a la “mujer del leño” de Twin Peaks para promocionar los congresos de sus respectivos partidos? ¿Quizás a Angela Merkel y François Hollande? ¡Qué disparate! ¿Verdad? En cambio, no sorprende ver a Pablo Iglesias interpretando este papel en su nuevo vídeo promocional.
Si la semana pasada el líder de Podemos emitió una grabación que rozaba el melodrama, con el nuevo año cambia de registro y ofrece otra que se queda en la mera ocurrencia surgida de una noche de fiesta. Iglesias aparece como un adolescente que se filma con el móvil para que lo vean sus colegas. Quizás a sus amigos les haya parecido muy gracioso, pero a una persona que representa a cinco millones de españoles en el Congreso de los Diputados se le presupone otro tipo de actitud.
Con esto no pretendemos denostar la diversión ni la innovación comunicativa, sino destacar la delgada línea que separa el humor del ridículo. El recurso de la broma requiere de mucha maestría para que el resultado sea positivo y el vídeo de Iglesias no parece pasar la prueba. Pero aún existe otra derivada. El secretario general de Podemos se ha propuesto ser el centro de atención a base de espectáculo. El show de Iglesias, sin embargo, resulta demasiado cambiante para ser creíble. Un día se da un pico con sus compañeros, otro hace una sentada asamblearia con los periodistas del Congreso, otro hostiga a determinados informadores, otro habla de cal viva, otro apela a la ilusión del “sí se puede”, otro se deja reñir por una anciana y al día siguiente habla con un tronco. Es difícil construir un personaje.