La Vanguardia

Templos esculpidos

Lalibela, la perla de África por su conjunto de iglesias excavadas en la roca, se debate entre el salto a la modernidad para atraer a turistas y un futuro incierto por las protestas en Etiopía

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La ciudad de Lalibela, famosa por su conjunto de iglesias excavadas en la roca que datan de finales del siglo XII, se debate entre el salto a la modernidad para atraer a turistas y un futuro incierto por las crecientes protestas en Etiopía.

XAVIER ALDEKOA

Lalibela (Etiopía). Correspons­al

El sol aún no asoma por la colina y la mujer ya lleva un buen rato de rodillas. Envuelta completame­nte en una túnica blanca, reza sobre la roca desnuda en dirección a un milagro de piedra de quince metros: frente a ella, de un agujero en el basalto rojo, surge Bete Giorgis, una imponente iglesia de planta de cruz excavada en la piedra. Desde el interior del templo llega el rumor de cantos y salmodias en lenguas antiguas. La escena evoca a épocas remotas, como si en este rincón del norte de Etiopía el tiempo se hubiera detenido para que los feligreses, cristianos ortodoxos, puedan rendirle tributo a dios hasta la eternidad.

Lalibela, denominada la Jerusalén de África o la octava maravilla del mundo por su conjunto de once iglesias monolítica­s de piedra, abraza el siglo XXI como uno de los lugares más mágicos del continente, donde la tradición, la fe y la espiritual­idad siguen intactas. En Lalibela todo es pausa. Pero en su lenta apertura al mundo —sólo se accede por una carretera sin asfaltar o en una de las 120 plazas diarias en un pequeño avión de hélice—, Lalibela se debate entre el salto a la modernidad para atraer a turistas, la protección de sus templos y un futuro incierto por las protestas contra el gobierno.

A Tsegaye Damete, guía desde hace más de una década, le preocupa sobre todo el bolsillo. Mientras camina entre muros cincelados en la piedra volcánica o por los pasadizos subterráne­os que conectan las construcci­ones, apenas se cruza con visitantes extranjero­s. Como Lalibela es un lugar sagrado para la cristianda­d, sí hay fieles etíopes en cualquier rincón, e incluso abundan los peregrinos desde otras regiones del país, pero el habitual bosque de cámaras de fotografia­r occidental­es o asiáticas de antaño se ha reducido. “Hay muy pocos tu-

Construida­s a finales del siglo XII, las iglesias necesitan ser restaurada­s y protegidas

ristas, cada vez vienen menos”, lamenta Tsegaye. Pese a que escucha muchas quejas por el aumento del precio de la entrada al recinto —en seis años ha pasado de costar 200 birr (8€) a 1.102 birr (45€)—, el motivo de las dudas para acercarse a Lalibela es otro: “El dinero no es el mayor problema porque estas iglesias son únicas, el problema es la violencia, la inestabili­dad eso es lo que de verdad asusta al turismo; ahora aún vienen algunos, pero si esto sigue así, nuestra situación empeorará”.

Las protestas antigubern­amentales de los últimos meses en varias zonas sureñas de etnia oromo y, desde julio, también en la región amhara, a la que pertenece Lalibela, han ahuyentado a muchos turistas. Aunque las principale­s escenas de represión gubernamen­tal, con más de 500 muertos desde noviembre, se han vivido en tierra oromo o en las ciudades amhara de Gondar o Bahar Dar, a 350 kilómetros de la Jersualén roja de África, las campanas de violencia han anulado viajes programado­s. Salomon, dueño de su propia agencia de viajes, lleva dos meses de cancelacio­nes. “Tenía todo agosto y septiembre comprometi­do con grupos de holandeses y franceses, pero anularon todo por las manifestac­iones; cambiaron Etiopía por Tailandia, que es más tranquila, dijeron”.

Los fieles caminan por los pasillos de roca ajenos a los temores de Tsegaye o Salomon. Pese a que el recinto fue declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 1978 y alberga pinturas, cruces de oro o libros centenario­s, las iglesias son templos de culto diario para el vulgo. Es habitual toparse en la penumbra con ancianos leyendo la biblia con la ayuda de un rayo de sol escurridiz­o, ver como los más devotos besan las cruces con recogimien­to o como los curas dan su sermón en ge’ez, la antigua lengua del reino de Aksum, que hoy ni siquiera entienden los propios feligreses.

Pero aunque el simbolismo de Lalibela sigue intacto, hay otro enemigo para sus milagros de piedra: el tiempo. Construida­s a finales del siglo XII —aún es un misterio cómo pudieron tallar los bloques con tanta perfección, y de arriba a abajo, en un bloque monolítico—, las iglesias necesitan ser restaurada­s y protegidas.

La Unesco colocó unos techos temporales para guarecer los edificios más deteriorad­os —una aberración visual que el organismo admitió con un significat­ivo “aunque ofrecen protección, impactan su integridad visual”—, pero aún queda trabajo por hacer. “Es necesario —apuntó la Unesco— un mayor control y planificac­ión para el cuidado de las iglesias en relación a la construcci­ón de casas alrededor, el uso de zonas para el turismo y la gestión de un plan de conservaci­ón”. El informe de la Unesco apuesta porque todo ello repercuta en la población local.

Para Addis Alem eso sí será un milagro. Al atardecer, cuando un grupo de franceses aprovecha la puesta de sol para fotografia­r Bete Giorgis desde una colina, Alem se pasea para vender recuerdos a los turistas. Harta de su indiferenc­ia, se sienta en las raíces retorcidas de un árbol cercano y comparte sus lamentos. “Hoy no voy a poder beber ni café”, dice. Como el gobierno ha iniciado la construcci­ón de una carretera asfaltada a Lalibela que, sobre el papel, en dos años acercará la ciudad al mundo y traerá a miles de turistas, le vaticino tiempos mejores. A Alem, la promesa le provoca un chute de alegría: “Voy a rezarle a dios para que vengan turistas y me haga rica. Y para que tú vuelvas a Lalibela”. Y se marcha feliz.

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Tres jóvenes turistas locales, frente a una de las iglesias excavadas en la roca
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DANI MORALES Un hombre aguarda a los turistas a la puerta de una iglesia
 ?? DANI MORALES ?? La tradición cristiana se mantiene viva en este recodo de África
DANI MORALES La tradición cristiana se mantiene viva en este recodo de África
 ?? DANI MORALES ?? Algunos habitantes de Lalibela conversan en un templo
DANI MORALES Algunos habitantes de Lalibela conversan en un templo
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DANI MORALES

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