Los visitantes saudíes
Un humorista saudí insinúa que Marruecos es el burdel des us paisanos; hay ira entre sus colegas marroquíes
Un intenso cruce de acusaciones, mofas e insultos es lo que ha provocado el humorista saudí Samer el Hazem con un pretendido chiste en el que aseguraba que sus compatriotas sólo van a Marruecos “para desfogarse”. Con esta insinuación acerca de la visión del reino marroquí como un paraíso de la prostitución (aunque en ningún momento utilizó el término), Hazem ha concitado las iras de numerosos artistas marroquíes, que le han respondido. El saudí ha pedido perdón, pero el incendio ya estaba en marcha.
Khalid Jawaj, un humorista marroquí ganador de un célebre concurso llamado Comedia, no ha sido benevolente con Hazem, al que califica de “aficionado”. Jawaj le ha animado a mofarse de su propio país “donde las mujeres saudíes no tienen derecho a conducir coches mientras que existen mujeres marroquíes que son pilotos de avión”.
Tampoco la cantante Rajaa Belmir se ha quedado callada. En YouTube, afirma que el turismo sexual no es algo exclusivo de Marruecos, “sino que existe en numerosos países”. Después de llamar al saudí “payaso que utiliza a otro país para hacer reír a la gente”, la cantante subraya la hipocresía de los saudíes: “Se pasan la vida criticándonos, pero al final terminan casándose con nosotras”.
La salida a la luz de la prostitución, una realidad que las autoridades intentan tapar por todos los medios, fue el tema de la controvertida película
Much loved, del director marroquí Nabil Ayouch, que llegó a ser prohibida en Marruecos, pero obtuvo un notable éxito en Francia. En ella se reflejaba la triste realidad de cuatro prostitutas de lujo marroquíes en Marrakech cuyos clientes eran saudíes en su mayoría.
El último informe de la oficina de la ONU contra la droga y el crimen organizado no duda en situar a Marruecos a la cabeza de los países árabes donde el tráfico de seres humanos está en plena expansión. El informe señala la afluencia masiva de mujeres marroquíes a Europa, especialmente a España y Bélgica, víctimas de matrimonios falsos y contratos de trabajo sin valor jurídico que terminan ejerciendo el considerado oficio más antiguo del mundo. En concreto, las marroquíes representan el 38% de las mujeres árabes que ejercen la prostitución en un contingente de 10 países entre los que se encuentran también Argelia, Omán o Siria.
En Marruecos hay muchos jóvenes que se ganan la vida buscando a chicas en las puertas de los institutos para que actúen como bailarinas en las fiestas que organizan extranjeros en el país, especialmente hombres saudíes.
Datos de la Organización Panafricana de Lucha contra el Sida revelan que casi el 60% de las mujeres que ejercen la prostitución tuvieron relaciones remuneradas entre los 9 y los 13 años. Son numerosos los casos de chicas muy jóvenes que abandonan sus hogares, especialmente en las zonas rurales, para escapar del analfabetismo y la pobreza. Instaladas en las calles de las grandes ciudades del norte del país subsisten mediante pequeños robos y vendiendo su cuerpo.
Otras, como Amina (nombre ficticio), aceptan planes para emigrar a Arabia Saudí con la intención de volver a Marruecos al cambio de un tiempo, pero con dinero. Amina fue contratada como cocinera por un potentado saudí sabiendo que su trabajo no se iba a limitar a prepararle la comida. Una vez en Riad entró en contacto con al menos otras 15 compatriotas que bailaban en un club nocturno de la capital saudí. Si podían, buscaban llegar a algún acuerdo económico con los clientes para subir a las habitaciones y saciar allí sus apetitos sexuales.
Para Hamed Mustan, miembro de una asociación de ayuda a la mujer, el problema no va a desaparecer “por el simple hecho de que las autoridades quieran ocultarlo. Es una realidad en el país y no hace falta que vengan los saudíes para que nos demos cuenta de ello”. Moustan se refiere a muchachas jóvenes que huyen del hambre, pero también “a un considerable número de mujeres divorciadas o repudiadas por sus maridos, abandonadas sin posibilidad de acceder a un trabajo, sin los mínimos recursos económicos necesarios con los que hacer frente a las necesidades más básicas que son, por lo tanto, presas fáciles para la prostitución”.
El filme marroquí ‘Much loved’, sobre la vida de cuatro prostitutas, fue prohibido por Rabat