El frío y las gripes laborales
Yo me llevo muy mal con el frío. Nunca me alcanza para comprar un abrigo respetable y no hay manera de coger una gripe de las de toda la vida, a diferencia de algunas personas que cada año se citan, se encaman y gozan con la fiebre, mientras en sus lugares de trabajo siempre hay quien dice: –Fulano, pobre, está con gripe. A veces, el comentario es insidioso. –Cada año le pasa igual, pobre. Gracias a la movilidad laboral, al trabajo fijo discontinuo y al progreso médico, las gripes de invierno son más llevaderas y se está perdiendo una tradición del escaqueo muy española.
El frío siempre es noticia en enero. Unos años porque llega y otros porque no llega. Ayer, los telediarios abrían boca y recitaban temperaturas inverosímiles en Rusia acompañadas de imágenes de aeropuertos paralizados, como el de Estambul, coches al ralentí en Carolina del Sur y algunos insensatos en las calles heladas de Roma.
¿Llegará al fin el frío a Barcelona? A mí, la verdad, que haga frío en Moscú me la trae al pairo. ¡Haber nacido en otro sitio, moscovitas y moscovitos! Yo donde quiero que haga frío es en Barcelona para que los turistas que aún van en manga corta dejen de faltarnos al respeto, el termómetro pueda más que mi cartera y termine por comprarme un abrigo de señor respetable con doble vida, como uno que vi en Prada el jueves. De un tiempo a esta parte, los abrigos parecen un muestrario de plásticos coloreados y yo lo que quiero –a falta de esposa e hijos– es un abrigo para la madurez juvenil. –Esta prenda no está rebajada. Vaya. Eso me dijeron el sábado en la tienda citada y desde entonces anhelo que las temperaturas de Barcelona bajen a diez bajo cero y con la excusa de que la salud es lo primero tener las santas narices de volver, pagar 3.300 euros y salir tan pancho y de noche a tomar la fresca.
Me temo que no llegaremos a diez bajo cero y el abrigo tendrá que esperar. Lo malo es que ni siquiera con abrigos inadecuados uno cae en brazos de la gripe. Con unas décimas, una taza de caldo gallego y sin fumar dos paquetes al día, yo podría escribir desde el lecho y ganar su indulgencia: –Este tío delira, pobre. Ahora, en cambio, los lectores disgustados envían cartas al diario y me acusan, como un señor de Sabadell, de que cuando me leen creen estar leyendo la prensa de Madrid. ¡Ya me gustaría a mí conocer de primera mano el frío de Madrid –¡tendría mi abrigo!–, las gripes de Madrid y las tonterías de los madrileños para parodiarlas!
El frío de Barcelona no da para abrigos respetables y sí para gripes medrosas que siempre pillan otros, con la excusa de que lucía el sol y han salido poco abrigados. Yo no insinúo que haya cuento con las gripes y las obligaciones laborales, pero ya está bien de que siempre las cojan los mismos.
Una sopa caliente, el móvil apagado, un no molesten...
El frío de Barcelona no da para abrigos respetables, sólo para gripes medrosas, que siempre pillan otros