Ojos de puerco verde
Algunos cromatismos denotan extrañeza. Cuando cursaba bachillerato en los Salesianos de Horta un profe de matemáticas me pilló en clase escribiendo un cuento mientras él se esforzaba en explicarnos cálculo integral. Me quitó la libreta de las manos, me puso un punto negativo y me citó en el despacho del jefe de estudios. En mi cuento un chico que andaba por la playa de Castelldefels se veía sorprendido por una tormenta de arena y acababa en el antiguo Egipto. Cuando entré cabizbajo al despacho del jefe de estudios, el profe me dijo que se lo había leído y que fuese con cuidado en la vida porque, “Serra, eres más raro que un perro azul”. Me quedó grabado porque la semana siguiente tuve una epifanía. En un expositor rotatorio de la Xoc, la librería de Nou Barris que frecuentaba los viernes porque servían agua de Valencia, me esperaba, en edición Bruguera de bolsillo, Ojos
de perro azul, de Gabriel García Márquez. Recuerdo que lo compré y lo leí con avidez, orgulloso de mi azul canino.
Treinta y cinco años más tarde descubro la feliz existencia del puerco verde en Los Llanos de Aridane, en la isla canaria de La Palma. Un establecimiento con aspecto de parafarmacia ofrece todo tipo de productos extraídos de una planta medicinal: Aloe Vera Barbadensis. Conozco el aloe porque es un tipo de palmerita de las liliáceas que me va muy bien para cuadrar parrillas de crucigrama, pero desconocía su multiplicidad de aplicaciones. En la tienda de Los Llanos aseguran que los poderes curativos del aloe resuelven los problemas de, respiren hondo, que son diecisiete: reumatismo, artritis y artrosis, psoriasis y eczema, dermatitis, herpes, quemaduras, manchas de la piel, acné, picaduras, piernas cansadas, cuidado corporal, cuidado del cutis, cuidado capilar, gastritis, úlceras indigestiones y afecciones por hongos. Aquel día veníamos de una caminata por la caldera de Taburiente que me provocó un tercio de las afecciones que llenaban el escaparate, de modo que entré a ver qué podía resolver. Me ofrecieron cremas, ungüentos, geles, cápsulas, comprimidos, jugo de aloe, jabones, filtros solares y unas gotas para tomar antes de las comidas con un suministrador que parecía un gusano. La vendedora, que hablaba castellano canario, alemán y un inglés muy digno para atender al turismo naturópata de la isla, me impresionó con un argumento de venta lapidario: “Con cinco plantas de aloe vera no le hará nunca falta ni el médico ni el farmacéutico”. Sabido es que del puerco se aprovecha todo. El aloe es el puerco verde. El siguiente paso será organizar fiestas por la matanza del aloe, porque si a todos los puercos les llega su sanmartín, no veo por qué con el aloe tendría que ser distinto. Santa Flora cae en 5 de octubre.
El aloe es el puerco verde, porque de él se aprovecha todo; el paso siguiente será organizar fiestas de matanza por Santa Flora