Desacuerdo radiactivo
El Gobierno busca fórmulas legales para impulsar el paralizado proyecto del almacén nuclear, adjudicado hace seis años
Lo que mal empieza... Eso es lo que se podría desprender de lo que ocurre con la construcción del cementerio nuclear (almacén temporal centralizado, ATC), proyectado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero e impulsado vehementemente por el de Mariano Rajoy en una pequeña localidad conquense, Villar de Cañas. A día de hoy, todo está paralizado. No hay movimiento ni se espera en algún tiempo, el que precisa el Gobierno para convencer a la omnipresente Bruselas de que el ATC es una infraestructura necesaria para el país, que el interés general está por encima de la especial protección medioambiental que el equipo castellano-manchego otorgó a esos terrenos en julio del 2015. Paradojas de la vida, será Bruselas la que deberá decidir si es más importante un programa europeo medioambiental –Zona de Especial Protección de Aves (Zepa)– o un silo nuclear en unos terrenos que generan dudas para albergar una infraestructura de estas características.
El Gobierno de Rajoy, sin embargo, no se da por vencido. Es cierto que se sintió herido por la rápida actuación del socialista Emiliano García Page, bloqueando la construcción del almacén con la ampliación de la Zepa y la paralización del plan urbanístico de Villar de Cañas. Las elecciones autonómicas de mayo del 2015, que culminaron con la derrota de María Dolores de Cospedal y su abandono de la presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha, echaron por tierra su estrategia sobre el ATC. Porque Cospedal ha sido la gran aliada de esta infraestructura.
El movimiento de Page descolocó al Gobierno de Rajoy, que sin embargo sigue apostando por el ATC. Un portavoz del Ministerio de Energía indicó a La Vanguardia que el Ejecutivo “va a hacer todo lo que esté legalmente en su mano para garantizar el ATC, diseñado para cubrir todas las necesidades de almacenamiento del combustible gastado generado por las centrales
Bruselas deberá valorar si es más importante una zona protegida o un cementerio nuclear
nucleares españolas”. Ese “todo lo que esté legalmente en su mano” pasa por acudir a Bruselas para recibir su beneplácito.
Pero no lo tiene fácil. Porque si las elecciones autonómicas no le fueron favorables, tampoco lo han sido las generales del 2016, sin mayoría absoluta y una nueva composición en el Congreso que obliga a alcanzar pactos. Y es difícil pactar el impulso del proyecto del ATC (si es que Bruselas le da la razón) cuando, encima, hay dudas sobre la seguridad del emplazamiento.
A finales del 2014, el Colegio Español de Geólogos (ICOG) emitía un comunicado en el que criticaba con dureza la selección del lugar, alegando además que los estudios geológicos preliminares habían sido “muy insuficientes e inadecuados” y que se habían seguido criterios “fundamentalmente políticos”. A juicio de los geólogos, era preciso que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) analizara “en detalle y con el máximo rigor todas las variables de riesgo presentes”, así como “tomar en consideración el factor temporal” para que “la inversión realizada no resulte frustrada”.
No es la única crítica. Un informe de avance de evaluación realizado por una consultora medioambiental alertaba del surgimiento de “graves problemas en el futuro en las estructuras de cimentación de las instalaciones”, si no se valoraba “adecuadamente la información geológica y geotécnica”. Informes del Área de Ciencias de la Tierra (CITI) confirman también las características desfavorables en el terreno de cimentación del ATC. Uno de ellos señala: “Se ha constatado que los terrenos en los que se asienta dicho emplazamiento presentan diversas características desfavorables (...) relativas a la presencia de materiales yesíferos y materiales arcillosos en contacto con el agua”.
El CSN dio el visto bueno al emplazamiento pero las dudas persisten. Pocos expertos dudan que el ATC se puede construir en Villar, pero para hacerlo con todas las garantías se precisará mucho más que los casi mil millones presupuestados.