Entre tarde y temprano
En el mundo del excursionismo (ahora lo llaman trekking), es célebre el modo en que los campesinos miden el tiempo. Para una caminata de una hora larga, el payés acostumbra a dejarlo en media, o en tres cuartos como mucho. Por ello, cuando alguien no se cree las indicaciones temporales de otro, recurre a la broma de la media hora de payés. “¿Cuánto tardaremos hasta la ermita, media hora normal o media hora de payés?”
Habituados a los relojes atómicos, hoy muy a menudo somos incapaces de entender ese modo indeterminado de medir el tiempo, que habla con horas lógicas, pero aplicando datos subjetivos: “Comeremos al mediodía”, por ejemplo, es el modo de que nadie llegue tarde, y si uno “pasa las horas muertas”, es que no tiene mucho que hacer. O cuando un trasnochador entra en casa “entre tarde y temprano”, es que llega a una hora imprecisa en que es demasiado tarde para acostarse y demasiado pronto para levantarse. Pero vivimos engañados, porque entre la radio, la tele digital y, ahora, la tele en alta definición, las señales horarias que oímos, esos seis pitidos clásicos, nos llegan con desajustes importantes.
Entonces es cuando alguien acaba llegando “a hora horada”, una expresión catalana que el magnífico servicio de Rodamots.cat (Cada dia un
mot) regaló a sus suscriptores (gratis) hace unos días. Es una locución que se utiliza cuando alguien llega en el último momento y tiene la sonoridad de la palabra repetida, como en “canción cantada” o “camino caminado”. Una “hora horada” es, pues, una hora ya cumplida. Pero Joan Coromines discrepa. El inmenso filólogo –que murió el 2 de enero de 1997, hace veinte años (pongámonos en pie)– opinaba que la expresión debía ser “a hora orada”, porque significaba a una hora loca, a una hora disparatada.
Puestos a elucubrar, Joan Olivares, en su blog Otos4, plantea otra teoría verosímil. Reza así: “Todavía osaré añadir otra propuesta: que orada sea sin hache, y que signifique rezada. Pongamos el caso de un monje que se ha quedado dormido y llega a maitines cuando ya se están ultimando las letanías correspondientes; es decir, cuando se acaba de orar aquella hora canónica y por tanto la hora está casi orada”.
Esta expresión también la encontramos en castellano con la forma “a la hora horada”, que los diccionarios definen diferente: a la hora precisa. Igual que tenemos esta medida de tiempo heredera de las horas canónicas, tenemos otras más populares, como “con la hora pegada al culo”, con el tiempo demasiado justo. La escatología siempre da buenos resultados.
La expresión “arribar a hora horada” bien podría ser “a hora orada”, según dos teorías curiosas