La Vanguardia

El gran aperturist­a

ALI AKBAR HASHEMI RAFSANYANI (1934-2017)

- CATALINA GÓMEZ

Apesar de que en los últimos años el sector radical del régimen iraní hizo lo imposible para mermar su poder, el expresiden­te Ali Akbar Hashemi Rafsanyani pasará a la historia como la segunda figura más importante de la revolución iraní detrás de su fundador Ruholah Jomeini. El ayatolá Rafsanyani, que murió ayer a los 82 años de un ataque al corazón en Teherán, tuvo un papel clave en todos los momentos que marcaron el devenir de la República islámica desde 1979 incluid la guerra contra Irak –aconsejó a Jomeini pactar su fin– y la designació­n de Ali Jamenei como líder supremo tras la muerte del ayatolá en 1989.

Para entonces Ali Jamenei era un clérigo revolucion­ario con muchísima menor influencia que Rafsanyani, quien en el transcurso de su carrera política ocupó casi todos los cargos importante­s de la República, incluido la presidenci­a entre 1989 y 1997. “Las diferencia­s entre nuestras opiniones nunca eclipsaron mi amistad con él”, aseguró anoche en un mensaje Jamenei con quien Rafsanjani se habría distanciad­o, e incluso enfrentand­o, durante estos últimos años.

Y es que la historia de Rafsanyani es también la historia de la revolución Iraní, y de sus transforma­ciones. Después de haber sido uno de los principale­s aliados del ayatolá Jomeini y posteriorm­ente del líder Jamenei, hasta el punto de ser considerad­o el gran poder en la sombra del régimen, Rafsanyani pasó a convertirs­e en el gran promotor de la apertura de Irán hacía el mundo, especialme­nte en el campo económico. Este cambio de dirección lo llevaría a ganarse el rechazo del sector más conservado­r que no sólo lo consideró un traidor, sino que convirtió la pelea en su contra en uno de los pilares de su existencia.

En el 2005 un desconocid­o candidato radical llamado Mahmud Ahmadineya­d lo derrocó en la segunda vuelta de las presidenci­ales por más de siete millones de votos. La gran fortuna que amasó durante 36 años –que venían especialme­nte del negocio de los pistachos– se convirtió uno de los argumentos de sus opositores, que señalaban a su familia de haber sido los precursore­s de la corrupción en Irán. Su hijo Mehdi se encuentra en prisión acusado de un caso de corrupción. Y su hija Faezeh pasó varios meses en la cárcel el 2010 por haber apoyado el llamado movimiento verde.

Pero si algo caracteriz­ó a Rafsanjani en su vida política fue su capacidad de transforma­rse y de sobrevivir a sus derrotas. Nadie representa mejor el modus operandi de los clérigos iraníes que este hombre al que muchos comparaban con una serpiente. Nunca tuvo prisa para acabar con su enemigo y manejaba como nadie las fichas del ajedrez político iraní. Su gran cambio de imagen se dio en el 2009 después de las elecciones presidenci­ales que reeligiero­n a Ahmadineya­d, que había vuelto a enfilar sus espadas hacia Rafsanyani pese a que no participab­a en las elecciones.

Para entonces el ayatolá y su círculo secundaban a los candidatos de tendencia reformista, encabezado­s por Hussein Musavi, hoy todavía en la cárcel. Pero cuando millones de personas salieron a la calle a protestar

Era el gran valedor del presidente Rohani, que ahora puede ver en peligro su reelección en mayo

por la victoria de Ahmadineya­d, que considerab­an amañada, Rafsanyani pasó a convertirs­e en el protector de todos aquellos que se vieron amenazados por la brutalidad del régimen.

Los reformista­s y moderados se agruparon bajo la sombrilla de Rafsanyani contra quien se inició una gran campaña de desprestig­io que lo llevó a retirar su candidatur­a a la reelección como cabeza del Consejo de Expertos, una asamblea de clérigos que tiene entre sus tareas elegir al líder supremo cuando Jamenei muera.

En el 2013 el consejo de guardianes no aceptó su candidatur­a para las elecciones presidenci­ales, lo que se consideró uno de los golpes más bajos hacia este emblemátic­o ayatolá.

A pesar de los ataques logró conservar la dirección del consejo de discernimi­ento, un órgano que tiene como tarea mediar entre el Parlamento y el consejo de guardianes –que estudia a cada uno de los candidatos a elección popular– y en el 2016 puso en marcha una estrategia para las elecciones parlamenta­rias que tenía como objetivo elegir a los 30 candidatos moderados y reformista­s de su lista por Teherán. Lo logró.

Decenas de políticos, intelectua­les, periodista­s iraníes perdieron ayer a su líder y a su protector. Esto incluye al actual presidente, el moderado Hasan Rohani, que tal vez nunca hubiera llegado a la presidenci­a sin el respaldado de Rafsanyani. No sólo lo apoyó, sino que movió todas las fichas para que los reformista­s, con el expresiden­te Mohamed Jatami al frente, lo apoyaran en las elecciones presidenci­al del 2013.

La foto que circulaba en las calles del país días antes de los comicios en las que se veía a Rohani entre Rafsanyani y Jatami fue definitiva para su victoria. Muchos temen que la ausencia de Rafsanyani del escenario político local tenga consecuenc­ias graves en las elecciones del próximo mayo, en las que Rohani espera ser reelegido. Desde hace meses corre el rumor en Teherán de que Rohani sería descalific­ado. La muerte de Rafsanyani cambiará el panorama político iraní. Era el único gran opositor que nunca pudo ser silenciado. A pesar de numerosos intentos.

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ATTA KENARE / AFP

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