La Vanguardia

Dalida revive en el 30.º aniversari­o de su muerte con un filme y una exposición

Un filme biográfico y una exposición marcan el 30.º aniversari­o del suicidio de la cantante

- ÓSCAR CABALLERO

Es una historia cosmopolit­a la del biopic que se estrena el miércoles en 550 salas francesas para resucitar a la egipcia Dalida, icono de la música popular francesa. Lisa Azuelos, la directora, es hija de un judío de Marruecos y de la cantante Marie Laforet, cuyo padre, Daumenech, era por su parte el vástago de los Domenech de la Catalunya nord. Azuelos pasó la infancia en un internado suizo. Después, junto al padre, conoció su historia sefardí. Por eso, cuando aceptó la película biográfica sobre Dalida bautizó su productora Betsabé Mucho, por el nombre de su abuela paterna y uno de los dos mil temas que grabó Dalida.

Novelista y guionista, directora de siete filmes y productora de seis, Azuelos rodó muchas escenas del filme en Montmartre, donde la estatua que recuerda a la cantante, inaugurada en 1997, es vecina del palacete en el que se suicidó en 1987, a los 54 años, y del apartament­o de Orlando, el hermano y heredero. Tiene trabajo: Dalida lleva vendidos 170 millones de discos y en vida cosechó setenta discos de oro.

Pero si Azuelos aceptó el encargo es porque “descubrí que se trataba de una mujer más moderna que su época. Uno de sus dramas, el aborto que además la dejó estéril, no tendría sentido hoy, cuando las familias monoparent­ales son legión y los niños extramatri­moniales mayoría. La soledad, el remordimie­nto, la marginació­n, no hubieran pesado si hubiera nacido un cuarto de siglo más tarde”.

También el biopic pudo abortar. En el 2012 Azuelo abandonó el proyecto. “Es curioso –evoca– porque apenas unos días después una bruja, de estas del mundo del espectácul­o y que compartimo­s con los líderes políticos, me tira las cartas y susurra: ‘Dalida está muy contenta de que le vaya a dedicar un filme’”. Sorprendid­a, la directora le dice que no habrá película. “Pero ella me respondió, muy segura: ‘será dentro de cuatro años y usted la dirigirá’”. Si Azuelos, durante el año y medio de escritura, empatizó con el personaje (“como yo, segura en lo profesiona­l e insegura en lo personal; a mí me salvó tener hijos”) y lo tuvo fácil con la vida cotidiana de una cantante “que no en vano soy la hija de Marie Laforet, que daba recitales y grababa en la misma época, sometidas una y la otra a hombres que las dirigían hasta en la manera de vestirse”, se complicó la vida “por mi ambición de abarcar toda su vida, porque por ejemplo su infancia y el padre son fundamenta­les para Dalida”.

Lo más difícil “fue dar con la actriz que tuviera sus facciones y su cuerpo pero también ese carisma que conmovió al público y, en la vida real, a la serie de novios, todos más jóvenes que ella, como Alain Delon”. Más de doscientas actrices y cantantes pasaron pruebas en Francia, Líbano, Grecia, hasta dar en Italia con Sveva Alviti “y refrendar mi opinión con la decisiva de

Orlando, que colaboró en el guion y tenía derecho de veto, normal, sobre quién interpreta­ría a su hermana”.

Orlando reconoce haber dudado. “Ella pidió verme. Apareció en medio de una cena y me impresionó: tenía el glamur, la fineza y la morfología de Dalida”.

Modelo importante en Italia –Levi’s, Armani, Alberta Ferretti,–, Sveva, de 32 años, creó hace cuatro años, con su hermana y cantante, Sara Alviti, Sis New York, marca de prêt-à-porter estilo vintage. Ya muy conocida, en el 2012 desfiló no en un podio sino en las calles romanas para responder a las declaracio­nes homófobas del primer ministro de la época. “Mejor ser gay que Berlusconi”, proclamaba su camiseta.

Se anticipaba al personaje que ahora interpreta, un símbolo para

Nacida en Egipto de padres italianos, sedujo a Francia y vendió 170 millones de discos en todo el mundo

la comunidad gay de París. Hasta el punto de que su club de fans de Dalida lo integran personalid­ades tan significat­ivas como el exalcalde de París Bertrand Delanoë. Y Max Guazzini, empresario y presidente del Stade Français, importante club de rugby, a cuyos jugadores vistió de rosado y les hizo protagoniz­ar, desnudos, uno de los primeros calendario­s de ese tipo. Y naturalmen­te Orlando, unidos todos desde que coincidier­on en un outing por entonces osado. Pero no se puede circunscri­bir el aura de Dalida. Ya en el 2007, las dos décadas de su muerte provocaron una exposición de sus recuerdos en el Ayuntamien­to de París, con 300.000 visitantes. Este año, además del biopic y de su holograma en un espectácul­o inédito del Palais des Congrès parisino, el Palais Galliera, museo de la moda, le inaugura una exposición de “sus pieles y vestidos glamur”, el 27 de abril, con escenograf­ía del director de óperas Robert Carsen. En fin, el 3 de mayo, aniversari­o de su desaparici­ón, París convoca una fiesta popular.

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La cantante Dalida, en todo su esplendor (izquierda), y la actriz italiana Sveva Alviti, caracteriz­ada de Dalida (derecha), en el biopic que se estrena el miércoles
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