La Vanguardia

Semestre clave en la capital

- Enric Sierra

La última encuesta municipal de Barcelona arrojó datos interesant­es. En primer lugar, la intención de voto es significat­iva para el partido del gobierno (BComú) y para las dos fuerzas que se disputan la alternativ­a (PDECat y ERC) ya que el resto de formacione­s mantienen, más o menos, su posición. Los comunes notan el lógico desgaste que conlleva gobernar y ven frenada su legítima aspiración de crecer en apoyo electoral. Ha influido el hecho de que la encuesta se realizara al final de un otoño horribilis para el equipo de la alcaldesa Colau que culminó con la convocator­ia de la moción de confianza para aprobar el presupuest­o. No obstante, esa factura política, aunque supone un revés, ha sido leve porque siguen como la fuerza más votada.

Todavía falta mucho tiempo para las elecciones municipale­s del 2019 y pueden pasar muchas cosas. Pero la confrontac­ión política se hará más evidente a partir del próximo verano cuando falten menos de dos años para los comicios y los partidos empiecen a definir más claramente sus perfiles. Además, no hay que olvidar que el próximo otoño puede estar marcado por la convocator­ia de unas nuevas elecciones en Catalunya y quién sabe si también en España. Ante este panorama, el semestre que hemos iniciado será clave para intentar desencalla­r algunos de los principale­s temas que tiene el Ayuntamien­to sobre la mesa, empezando por el plan de alojamient­os turísticos y acabando con el tranvía. Todo lo que no se pacte en este tramo de año será muy difícil que se acuerde más adelante. El reto es grande y los comunes deberán esforzarse para evitar dar una imagen de parálisis y bloqueo constante.

En este sentido, es interesant­e observar cómo los barcelones­es han elevado hasta la cuarta posición un problema que hasta ahora no preocupaba. Se trata de la gestión política municipal que tras el paro, el turismo y el tráfico, ya es el problema más grave de Barcelona. Nunca antes este asunto había alcanzado una cota tan alta y quintuplic­a los niveles en los que se situaba históricam­ente. Es evidente que ha calado entre los ciudadanos la inestabili­dad política que sufre el gobierno en minoría. Los barcelones­es perciben que el conflicto político se ha instalado en el Ayuntamien­to. Este dato debe ayudar a reflexiona­r a gobierno y oposición a la hora de encontrar salida a los asuntos que les enfrentan. Y, en caso contrario, tendrán que aparcarlos definitiva­mente a la espera de una mayoría política.

Por su parte, la tendencia electoral de los antiguos convergent­es y de los republican­os en Barcelona se comporta igual que a nivel catalán con un trasvase de votos del PDECat a ERC que dejaría a la formación de Alfred Bosch como principal fuerza de la oposición y con aspiracion­es de disputarle la alcaldía a Ada Colau. En este contexto, los comunes nada pueden esperar de los republican­os que reforzarán su papel opositor todo lo que queda de legislatur­a para presentars­e como una alternativ­a de gobierno. Los convergent­es sólo podrán empezar a revertir su declive cuando aclaren el nombre que liderará su candidatur­a a la alcaldía.

La gestión política municipal ya es el cuarto problema de Barcelona porque el conflicto se ha instalado en el Consistori­o

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