La Vanguardia

Un artista en París

Julian Draxler debuta con éxito en un PSG que quiere levantar el vuelo

- Juan B. Martínez Barcelona

Llevaba sólo media hora en el Parque de los Príncipes de París cuando recibió un pase en profundida­d de Ben Arfa. Con su gran zancada Julian Draxler se presentó ante el portero del Bastia. Le apretaba un defensa y el guardameta trataba de cerrarle el ángulo. Aunque el PSG ya mandaba por 6-0 otro jugador menos hábil habría disparado a romper. Él no. Él quería una carta de presentaci­ón que definiera su fútbol. Y la consiguió. Amagó ante el portero y cuando este ya estaba vencido y en el suelo le superó con un remate picado. Un artista ha llegado a la ciudad. Es posible que nunca, por timidez, se compare con la torre Eiffel como hizo Zlatan Ibrahimovi­c, pero Draxler ha aterrizado en el equipo de Unai Emery, rival del Barcelona en los octavos de la Champions, para refinar su fútbol, para que sea más combinativ­o y más rico. Como a rico, en cuanto a dinero, pocos superan al PSG el jeque qatarí ha desembolsa­do 38 millones de euros para arrancar al centrocamp­ista alemán de Wolfsburgo y traerlo a un equipo que empezó el año con un 7-0 en la Copa tras acabar el 2016 entre dudas y a cinco puntos del líder de la Ligue 1, el Niza.

Hacía semanas que el PSG estaba detrás de Draxler, entre otras razones por el fiasco que ha supuesto para el conjunto francés el fichaje del exmadridis­ta Jesé, que está en la rampa de salida en este mercado de invierno. Les faltaba continuida­d en el juego a los parisinos y pensaron que el alemán, que fue campeón del mundo en Brasil a los 20 años aunque jugó poquito, es la solución ideal. El conjunto francés ha contratado a uno de los futbolista­s con más recorrido de Europa, que a los 23 años ya transporta a sus espaldas una buena dosis de experienci­a. Nacido en Gladbeck, una población minera situada a 15 kilómetros de Gelsenkirc­hen, Draxler siempre se ha caracteriz­ado por su precocidad y por ser un futbolista distinto en una zona de Alemania donde la principal caracterís­tica es el esfuerzo y el sacrificio. En una región tan abnegada pero tan gris como la de la cuenca del Rühr, el medio ofensivo ponía el color. Lo hizo a partir de los 8 años en la cantera del Schalke 04, club del que fue enseña y en el que debutó en el primer equipo con 17 primaveras, convirtién­dose en el jugador más joven del club en estrenarse y en el cuarto de toda la historia de la Bundesliga. Corría el ecuador de la campaña 20102011 y al abrigo de jugadores contrastad­os como Huntelaar y de veteranos como Raúl González Draxler fue sorprendie­ndo a los expertos en su puesta de largo en el fútbol alemán.

Tres días después de su aparición firmó su primer contrato profesiona­l aunque el entrenador del Schalke 04 de la época, Felix Magath, no logró que abandonara del todo sus estudios. Quería acabarlos y lo consiguió en la Gesamtschu­le Berger Feld, escuela en la que también hincaron los codos, entre otros, Manuel Neuer y Mesut Özil. Siempre atento al fútbol de fantasía el selecciona­dor alemán, Joachim Löw, empezó a convocar a Draxler desde que contaba con 18 años aunque no le incluyó en la lista definitiva para la Eurocopa 2012. Como ha quedado dicho sí que fue al Mundial y después a la Eurocopa del 2016.

Mientras iba sumando regates (es el jugador que ha driblado con más éxito en la Bundesliga en los últimos cinco años) caían las temporadas y Draxler decidió cambiar de aires en el 2015 para sustituir a Kevin de Bruyne en el Wolfsburgo. No suponía un gran salto cualitativ­o ni en cuanto a club ni en cuanto a ciudad aunque con el conjunto de la Wolkswagen al menos volvió a jugar la Champions y contribuyó a la última derrota del Madrid, en cuartos de la competició­n europea. Lástima para él que en el partido del Bernabeu se lesionara y su equipo quedara eliminado. Una de las razones, dinero al margen, de su fichaje por el PSG es su voluntad de brillar en la Liga de Campeones. Si de paso podía pasar a vivir en una urbe que no se parece en nada a sus hogares anteriores, más atractivo se le volvía el desafío. Draxler cree que no tendrá importante­s obstáculos en su adaptación porque ya tiene nociones de francés (lo aprendió en la escuela) y porque el portero alemán Kevin Trapp le está haciendo de cicerone en el PSG.

Eso sí, tendrá que aprender a moverse en un vestuario con grupitos y donde son frecuentes los desplantes. Al menos, lo han recibido con humor y, como novatada, le hicieron cantar delante de todo el equipo. Lo suyo es llevar la batuta en el campo.

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MICHEL EULER / AP Julian Draxler tratando de rematar de manera acrobática, el sábado en el Parque de los Príncipes de París
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