Inversores defraudados
Hijo mío, ayer recibí el extracto de la cuenta bancaria y vi que había perdido diez mil euros en acciones y fondos de inversión. ¿Está pasando algo que no sepa?
No te preocupes papá, no es nada grave. Sencillamente, se ha confirmado la obligación de los bancos de devolver el dinero que han cobrado de más en las hipotecas por la aplicación de las cláusulas suelo. Ya sabes, aquello que te decía el notario y firmabas, por lo que te comprometías a pagar un tipo de interés mínimo por la hipoteca. Y claro, los miles de millones de euros que los bancos tendrán que devolver a los hipotecados serán los mismos miles de millones de euros de pérdidas, o visto de otra manera, de menores dividendos que los accionistas de los bancos percibirán. Si tú, directamente o indirectamente a través de fondos de inversión, tienes acciones de bancos, te toca perder. De hecho, gracias a la sentencia sobre las cláusulas suelo, yo voy a ganar, más o menos la misma cantidad que tú perderás.
No sabía, hijo mío, que tuvieras una hipoteca, con el dinero que ganas y tienes. Mucho más que yo a tu edad.
Pues sí, papá. El chalet que me compré en la playa lo financié con una hipoteca. Había que aprovechar los bajos tipos de interés. Podía haberlo pagado al contado, pero era mejor tener el dinero en preferentes, que daban el triple de interés que el que me cobraban por la hipoteca. De hecho, me ha salido redondo. He reclamado y he cobrado los buenos intereses de las preferentes y he recuperado todo el capital, y acabaré pagando muchos menos intereses de los que me comprometí a pagar cuando hice la hipoteca. De algo tenía que servirme la carrera de Derecho y el máster en Finanzas que me pagaste.
Pero, hijo, tú sabías perfectamente que las preferentes no eran lo mismo que un depósito y que por la hipoteca te comprometías a pagar un mínimo de interés. No puedes decir que el banco te ha engañado. En realidad, el engañado soy yo, que veo que mis ahorros y también mis inversiones pierden valor porque los jueces les dan la razón a personas como tú.
Para la justicia tú no eres tú, papá. Tú eres la banca, una casta de plutócratas usureros cuyo principal propósito es engañar a una multitud de almas cándidas, como yo. No te preocupes tanto. Míralo de otra forma, como si los diez mil euros que tú pierdes y que yo gano fueran un anticipo de la herencia.
¡Qué buena educación te he dado, hijo mío! ¡Nunca imaginé que alguien como tú, con tan poca palabra, pudiera hablar tan bien!
Cuando la demagogia se impone al civismo muchos inversores resultan defraudados.
“El engañado soy yo, que veo que mis ahorros y mis inversiones pierden valor por decisiones de los jueces”