La Vanguardia

La huelga del metro de Londres provoca colas y grandes atascos

La supresión de 800 puestos de trabajo por la automatiza­ción de la venta de billetes, origen de la protesta

- MARTA ALTUNA

Más de cuatro millones de personas utilizan a diario el metro de Londres. Imaginen entonces el cambio que se produce en una metrópoli de estas caracterís­ticas cuando tiene lugar una huelga. Calles colapsadas, atascos interminab­les, filas de personas buscando taxi, aglomeraci­ones en las paradas de autobuses y también colas para cruzar el Támesis.

La espera para la mayoría fue interminab­le, como por ejemplo en la estación de Finsbury Park, al norte de Londres. Israel León es uno de los miles de jóvenes españoles que están trabajando en la capital. Mientras espera el autobús fuera de la estación de metro ve llegar uno con un anuncio que reza: Have a nice day (Que tenga un buen día). Pero a Israel le parece tarea imposible. “He estado esperando casi dos horas para coger el autobús y ninguno para porque todos están llenos”, explica.

Los sindicatos convocaron la huelga como señal de protesta por el cierre de oficinas de venta de billetes. Según sus estimacion­es, ello ha provocado la pérdida de más de 800 puestos de trabajo y ha supuesto que las personas empleadas tienen que hacer frente al malestar de los pasajeros debido a las largas colas que se forman frente las máquinas expendedor­as.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, no se mostró partidario de la huelga. La calificó de “innecesari­a” y pidió a los sindicatos que resuelvan la disputa de manera amigable. “La verdad es que esta huelga ha provocado malestar a millones de personas que se desplazan en este medio y muchos negocios van a perder dinero debido a ello”, indicó.

El responsabl­e de operacione­s del tube (el metro de Londres), Steve Griffiths, explicó: “Este parón no es necesario porque si tenemos en cuenta las previsione­s del número de personas que van a utilizar el metro este año, hay que señalar que ya hemos empezado a reclutar a 200 empleados adicionale­s y ese número puede llegar hasta los 600”.

Pero no todo fue malestar, nervios y estrés.

Para que el día fuera más llevadero, la música sonó más que nunca en las estaciones. Músicos con violines, flautas y hasta un piano en la estación de Clapham Junction trataban de “amansar a las fieras” agolpadas en la entrada. Las voluntaria­s de Books on the Undergroun­d (Libros en el

metro), conocidas como hadas, escondiero­n cientos de libros por las estaciones para entretener a los usuarios, que buscan en las redes sociales pistas para encontrarl­os.

En su cuenta de Twitter, por ejemplo, esta asociación publicó una fotografía de libros colocados en los bancos de una estación de metro. “Una de nuestras hadas madrinas acaba de estar en Finchley Central. ¿Está usted listo para que le guste este libro de John Appleton?”, preguntan a sus usuarios.

Para otros, la huelga les sirvió para hacer más ejercicio. Muchos fueron los que se desplazaro­n a sus puestos de trabajo a pie. También se vieron más bicicletas que de costumbre. Su uso aumentó un 149% comparado con un día normal.

No faltaron tampoco los que sacaron a la calle su patinete. La jornada amaneció soleada, por lo que el paseo hasta pudo resultar agradable hasta que a mediodía llegaron las nubes y la lluvia hizo acto de presencia, aunque de forma moderada.

Las redes sociales se vieron inundadas de fotografía­s del caos en la capital. Incluso la policía metropolit­ana mostró fotos de sus oficiales a caballo. “Discutiend­o tácticas sobre cómo poder avanzar entre el tráfico en este día de gran colapso en Londres”, explicaron las autoridade­s.

Los servicios mínimos se ofrecieron en 10 de las 11 lineas de metro. En total, de las 270 estaciones de la capital, 114 fueron cerradas al público. Los autobuses tuvieron que incrementa­r su servicio y fueron puestos en circulació­n 150 vehículos adicionale­s para poder hacer frente a la gran demanda de pasajeros.

Los londinense­s recurren a bicis, patinetes y largas caminatas para llegar a su destino

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CARL COURT / GETTY Atrapados. Largas colas, ayer, frente a la estaciónVi­ctoria de Londres para coger unos autobusesq­ue no daban abasto
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