La justicia alemana atribuye sólo a Lubitz la catástrofe de Germanwings MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Corresponsal
La justicia alemana anunció ayer el cierre de la investigación sobre la tragedia del avión de Germanwings que se estrelló en los Alpes franceses el 24 de marzo del 2015, al considerar que fue el copiloto Andreas Lubitz el único responsable de la catástrofe aérea, en la que murieron las 149 personas que iban a bordo, y él mismo. Lubitz, de 27 años, aprovechó que el comandante salió un momento de la cabina de pilotaje para encerrarse dentro y estrellar el aparato, que volaba de Barcelona a Düsseldorf. “Las investigaciones no han aportado indicios suficientes ni tangibles sobre responsabilidades externas de personas vivas”, declaró el fiscal Christoph Kumpa, portavoz de la fiscalía de Düsseldorf, que ha llevado el caso.
Los fiscales indicaron que Lubitz padecía un presunto “episodio psicótico depresivo” que comenzó en diciembre del 2014, y que había consultado a diversos facultativos, pero que ocultó su enfermedad a la empresa. Así pues, la atribución exclusiva a Lubitz del terrible suceso exonera a la filial Germanwings, al grupo Lufthansa al que pertenece, a los varios médicos que trataron a Lubitz, y a la Autoridad de la Aviación Civil Alemana (LBA).
La fiscalía de Düsseldorf intentó determinar si los médicos, vinculados a su paciente por el secreto profesional, podían haber alertado a Germanwings de las dolencias de Lubitz, en modo de que no se le permitiera volar. En los cinco años anteriores a la catástrofe, Lubitz, con problemas de retina y convencido de que iba a perder la vista –algo que los análisis no confirmaron–, consultó hasta a 41 médicos, entre ellos oftalmólogos y psiquiatras. Sin embargo, según aseguró Christoph Kumpa, de las pesquisas se desprende que los médicos no diagnosticaron a Lubitz como “clínicamente depresivo”, y que él nunca les comunicó sus pulsiones suicidas, por lo que tampoco podían plantearse informar a Germanwings, que por tanto no conocía la situación real.
Los abogados de las familias de algunas víctimas han sostenido durante meses que Andreas Lubitz tenía que haber sido objeto de mayor seguimiento, y no se le tenía que haber permitido volar. Las víctimas proceden de 19 países –algunas con doble pasaporte–, pero la mayoría eran alemanas (72) y españolas (51).
Mientras, prosigue en Francia la investigación abierta a los tres meses de la tragedia por la fiscalía de Marsella; es una causa por homicidios involuntarios. Y en abril del 2016, familiares de algunas víctimas demandaron al centro de instrucción de vuelo de Arizona (ATCA), en Estados Unidos, por no detectar el estado psíquico de Lubitz cuando tomó clases allí en el 2010.