Aznar censura la política económica y la subida de impuestos de Rajoy
El expresidente pone en cuestión los pactos de gobierno que suponen más gasto
Todo el mundo se preguntaba, desde que José María Aznar comunicó a Rajoy su renuncia a ser presidente de honor del PP, cuáles eran sus intenciones. Algunos vieron en esa decisión la intención de formar otro partido. Otros, el deseo de sentirse más libre para opinar. Y todo apunta a que es lo que va a hacer, a juzgar por su primera intervención tras dejar su puesto en el PP.
Fue en Valencia, en un acto organizado con la Asociación Valenciana de Empresarios, y se dedicó a criticar la política económica del Gobierno de Rajoy, sobre todo las subidas de impuestos, aunque salvó la reforma laboral “a mi juicio necesaria y acertada”. Fueron críticas, veladas o abiertas, aunque en el coloquio a puerta cerrada con los empresarios trasladó con firmeza su relación con el PP. Según algunos asistentes, aseguró “que él es del PP y que ese es su partido”.
No lo dijo en público, cuando se dedicó a las críticas económicas, a pesar de los buenos resultados, que reconoció que son, a su juicio, producto de un ciclo económico favorable. Pero un aviso: “Los vientos de cola no van a soplar tan fuertes y eso hace necesario reemprender el camino de las reformas, retomar una verdadera agenda reformista, a mi juicio incompleta”.
Ahí viene el problema que ve Aznar. Un Gobierno en minoría tiene más difícil hacer lo que hay que hacer. “La fragmentación parlamentaria y el Gobierno en minoría constituyen un escenario poco propicio para las reformas”, sobre todo si “la tendencia es que los pactos se cierren a base de incrementos de gasto y compromisos que no incluyen reformas de calado”. Una alusión implícita a los acuerdos de Rajoy con PSOE y Ciudadanos, como la subida del salario mínimo, el permiso de paternidad o el bono energético, lo que le hace concluir que “el principal riesgo que afronta la sostenibilidad de la recuperación económica es el riesgo político interno”.
La mayor crítica de Aznar es a la subida de impuestos, a las grandes empresas y los impuestos especiales, aprobados por el Ejecutivo en diciembre: “No es bueno que se asiente la creencia de que la única forma de reducir el déficit público consiste en subir los impuestos”, ni que se intente solucionar la situación recurriendo a la deuda”. La crítica de Aznar fue ahí concreta: “No veo sentido en proponer el recurso a la deuda como solución a un problema de sostenibilidad estructural del sistema de pensiones, porque eso es proponer como solución que el sistema siga igual, pero que su coste sea imprevisible y más caro”.
Para el expresidente, que presume de la política económica que él llevó a cabo, “impuestos altos, déficit y deuda son lo contrario al círculo virtuoso en que la economía española debe anclar su crecimiento, y, por tanto, el empleo y la viabilidad futura del Estado de bienestar”.
Aznar propone “una reforma fiscal integral” y no “subir o bajar este o aquel impuesto”, sino “orientar el sistema tributario al crecimiento económico y su potencial recaudatorio evitando las distorsiones que genera hoy”.
Aznar no se refirió a la cuestión catalana, pero lo hizo de forma indirecta al poner en valor “el factor esencial para el equilibrio territorial” que Valencia supone en España, y que no se basa “en la singularidad que cultivan los particularismos, ni a la singularidad de los que siempre creen tener derecho a exigir más”. Insistió en esta idea: “No me refiero a la de quienes creen que la historia les hace acreedores de más derechos pero de ninguna obligación hacia aquellos con los que han compartido esa historia”, dijo, o “tampoco a la de los que transforman el derecho a la diferencia en diferencia de derechos, ni a los que quieren hacer del espacio democrático común una destructiva confrontación de identidades”. Y reivindicó un sistema de financiación que “no deje permanentemente infrafinanciado a nadie”.
El exmandatario dice en una cita empresarial en Valencia que él es del PP y que ese es su partido