La Vanguardia

Qué fácil, en un coche de muertos

- Quim Monzó

Recuperar viejos vehículos y darles nueva vida es una estrategia publicitar­ia de moda

En Vilablarei­x (aclaración para los meapinos: justo a la entrada de Girona) hay un pub que se llama Dual. Es noticia porque se promociona por las calles gerundense­s con dos largos coches funerarios de colorines. En declaracio­nes a Maria Àngels Casademont, el propietari­o del bar, Sebastià Bartomeu, explica a La Vanguardia que hacía tiempo que la idea le rondaba por la cabeza, y que finalmente se decidió a hacerla realidad por Halloween, como reclamo publicitar­io. El objetivo es dar a conocer su local, que ha quedado aislado después de que la crisis haya hecho que las discotecas que lo rodeaban hayan ido cerrando poco a poco. Por Halloween sólo tenía un coche fúnebre, matrícula de Lugo, que había comprado de segunda mano. Ahora ya tiene dos, porque ha añadido otro, un Volvo 740 GL con matrícula de Zaragoza. Uno es de color champán. El otro, de color verde claro. Ambos llevan en los laterales el nombre del local: “Dual”. El de color champán añade además el texto “music bar > terrassa P3”. El hombre explica que uno de los coches lo usa él. El otro, un amigo suyo al que le sirve para ir a trabajar “al hospital de Palamós”.

Dice que hay gente indignada con su iniciativa y gente que la ha celebrado con una carcajada. Concluye: “Se trata de enfocar el tema de la muerte de una manera más frívola y superficia­l. Al fin y al cabo todos tenemos que pasar”. ¿Todos? No. Tal como hace unos años dejó claro Eduard Punset a Albert Om: “No está científica­mente demostrado que yo tenga que morirme”. Om le argumentó: “Hasta ahora se ha muerto todo el mundo”. Punset insistió: “Pero eso no es una prueba. No tenemos un gen que nos dice qué día dejaremos de vivir. Podría no sucederme”.

Recuperar viejos vehículos y darles nueva vida es una estrategia publicitar­ia de moda. Hace unos lustros, Moritz compró muchos Seat 600 y los decoró con los colores chillones de los anuncios de sus cervezas, la Moritz y la Epidor. Eran impactante­s. El club de futbolgolf de Maçanet de Cabrenys tiene un vehículo antiguo muy pequeño (no recuerdo si es un triciclo) con su logo. A menudo te lo encuentras por Figueres o Vilatenim, aparcado junto a una acera. Pero la idea del pub Dual de utilizar coches funerarios remite, inmediatam­ente, a la serie A dos metros bajo tierra, en la que una familia disfuncion­al regenta una empresa funeraria. Lógicament­e, tienen un coche fúnebre, para llevar los cadáveres arriba y abajo (y a veces dejarlos al sol porque han quedado con alguien a tomar un café o una copa en un bar). El día que deciden jubilarlo y compran un coche nuevo, el viejo va a parar a la hija pequeña de la familia, Claire Fisher, uno de los personajes más interesant­es de la serie. Lo pinta de color verde claro, muy alegre, y lo usa para ir a la escuela de arte y para mantener encuentros con sus diversos novios. Un coche funerario es mucho más espacioso que aquel Simca 1000 donde Los Inhumanos aseguraban que es muy difícil hacer el amor.

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