El PSC exige que la L10 del metro pare en l’Hospitalet
La ejecutiva socialista exhorta a la Generalitat a que presente un plan, con calendario y financiación, para acabar toda la línea 9
Collboni señala que el modelo que se aplica en Barcelona “es la excepción” y no se debe extrapolar
Los alcaldes socialistas del área metropolitana cerraron ayer filas ante la demanda del Ayuntamiento de l’Hospitalet de Llobregat para que la Generalitat asuma el coste de apertura de sus dos estaciones de la L9/10 Ildefons Cerdà y Provençana, una reivindicación que dio alas a una demanda más amplia: la exigencia a la conselleria para que presente “un plan” con calendario y financiación para acabar toda la línea. Los ediles consideran que la infraestructura, ejecutada en un 80%, es clave para garantizar la movilidad en el área metropolitana.
“La solución no puede ser ir poniendo más parches”, manifestó el segundo teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. Fue el primero en tomar la palabra tras la reunión de la ejecutiva del PSC, pero también el responsable de advertir que el modelo recientemente acordado en Barcelona para abrir las estaciones de Foneria y Foc Cisell –la compra por parte del Ayuntamiento de fincas de la Generalitat por unos 40 millones de euros para que destine el dinero a completar las obras– no puede ser el modelo que seguir. “No todos los ayuntamientos tienen capacidad para hacer compras de este tipo, pero es que tampoco es la forma de hacer infraestructuras”, añadió el líder socialista en el Ayuntamiento de Barcelona. “De esta forma, sólo tendrán metro aquellos consistorios que se lo puedan permitir. Habrá ciudades y ciudadanos de primera y de segunda”, remató.
Precisamente en el acuerdo de Barcelona, rubricado hace un par de semanas por la alcaldesa Ada Colau y el vicepresident Oriol Junqueras, está el origen del frente que se presentó ayer y también, por extensión, del renacido interés por acabar la línea 9 del metro. Barcelona se ha garantizado la apertura de las dos estaciones que corresponden al barrio de la Marina a principios del 2018; pero, por el contrario, el futuro de las dos estaciones precedentes del mismo ramal, que es el que morirá en la Zona Franca-Polígono Pratenc, no está tan claro. Son las dos estaciones de l’Hospitalet, en las que se podría dar la circunstancia de que por allí pase el metro pero que sigan cerradas. “Estamos hablando de un área donde viven 60.000 personas, pero donde además está la Ciutat de la Justícia”, apuntó la alcaldesa de la segunda ciudad de Catalunya, Núria Marín, quien añadió que su Consistorio no tiene la capacidad económica de Barcelona y menos después de “suplir” aquellas obligaciones de la Generalitat que el ejecutivo no asume, como las plazas de guardería pública. Abrir las dos estaciones de l’Hospitalet tendría un coste de 39 millones. Hace dos semanas la conselleria se comprometió a ofrecer una solución “que aún no tenemos”, apuntó Marín.
El alcalde de Sant Joan Despí, Antoni Poveda, que también es vicepresidente del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB), defendió la importancia de poner en marcha una línea que, en su conjunto, permitiría mejorar la movilidad del toda el área metropolitana y que ayudaría también a descongestionar otros medios de transporte, y líneas de metro, especialmente la 5. “No podemos poner más autobuses”, advirtió. En la misma línea se expresó la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, municipio que está en el extremo por el que comenzó a funcionar la línea: en el año 2009, aunque tan sólo con servicio en cinco estaciones.
Aquel estreno fue inaugurado por el entonces president de la Generalitat, José Montilla. La línea 9, de hecho, fue la actuación más ambiciosa a nivel de infraestructuras ejecutada durante los dos gobiernos tripartitos que, con la llegada de la crisis, se convirtió también en una pesada carga. Aunque fuera proyectada antes: la primera vez que se contempló oficialmente fue en el Plan Director de Infraestructuras (PDI) de 1997.
Presupuestada inicialmente en unos 2.000 millones de euros, una vez que esté acabada se calcula que su coste rozará los 6.000 millones de euros –aunque la factura, con todos los pagos diferidos se calcula que rondará los 16.000 millones de euros–. De hecho, los 39 millones que se calcula que costaría abrir las dos estaciones de l’Hospitalet, es una mínima parte de la inversión necesaria para acabar toda la línea. Queda, más allá del barrio de La Marina, llegar al Polígono Pratenc, en el caso del ramal L10 del extremo sur. Pero la guinda –y el principal reto– es el tramo central, el que transcurre entre Zona Universitària y Sagrera, cuyas obras están paralizadas desde hace años aunque el túnel esta casi perforado. Acabar este tramo, lo que pidieron ayer también los alcaldes del PSC, tendría un coste de 836 millones de euros.