El fiscal general de Trump dice que frenará sus excesos
Protestas en el Senado por el racismo de Jeff Sessions
A tenor de lo ocurrido ayer en el Senado de EE.UU., Jeff Sessions no parece la persona más indicada para impulsar como fiscal general políticas que contribuyan a la paz social en un país profundamente dividido. Su nominación ha desatado todas las iras, su comparecencia resultó la más convulsa que se recuerda, pero todo apunta que la mayoría republicana no se va a inmutar por las protestas, acabará imponiendo la voluntad del presidente electo, Donald Trump, y Sessions será el encargado de aplicar su anunciada política de mano dura contra la delincuencia.
Sessions fue el primer nominado para formar parte del gabinete de Donald Trump que compareció ayer ante el comité Judicial del Senado. Las protestas contra la candidatura del senador considerado como el más conservador empezaron nada más conocerse la designación de Trump, y ayer se reprodujeron de manera continuada durante toda la sesión. “Este hombre es malo”, “Sessions es un racista”, gritaban miembros del público antes de ser expulsados de la sala. Algunos se disfrazaron con túnicas y capuchas como si se tratara de militantes del Ku Klux Klan. Cuando se expulsó a uno de ellos, este gritó: “No me pueden sacar de aquí, soy un hombre blanco; que no me puede sacar de aquí, los blancos somos los dueños de este país”. La consigna más repetida la popularizó el grupo Green Day: “No a Trump. No al Ku Klux Klan. No a unos Estados Unidos fascistas”, consigna que ya incorporaron al estribillo de una canción en la gala de los American Music Awards.
En este ambiente, Jeff Sessions, que se trajo a su familia de Alabama, incluidos sus nietos, para ofrecer una imagen más entrañable, se retractó de todos su comentarios racistas, algunos de los cuales figuran en actas de sesiones. “Esto son acusaciones terriblemente falsas”, se atrevió a decir ayer. Varios testigos le atribuyen la frase: “El Ku Klux Klan estaba bien hasta que vi que fumaban marihuana” y en otra ocasión consideró a la principal organización afroamericana, la NAACP, como antiestadounidense. Ayer se desdijo de todo eso: “Aborrezco el Klan, todo lo que representa y su ideología de odio”, aseguró y añadió: “Nunca declaré que la NAACP fuera antiestadounidense ni que un abogado de derechos civiles era una vergüenza para su raza”.
Esos episodios fueron utilizados para impedir su acceso a una plaza
El aspirante promete acatar y hacer cumplir las leyes que combatió y decir “no” a Trump cuando sea necesario
de juez federal propuesto por el presidente Reagan. Nadie cree que Sessions se haya convertido súbitamente en un cordero, entre otras razones porque más allá de las palabras están los hechos y su trayectoria es inequívoca, porque se movilizó públicamente contra todas las reformas que impulsó la Administración Obama que finalmente se convirtieron en leyes. Y ahora al fiscal general le corresponde imponer su cumplimiento. La senadora demócrata Diane Feinstein evitó el tono de protesta, pero probablemente su intervención fue la que más puso en entredicho la idoneidad del nombramiento: “Es profundamente preocupante desde el punto de vista de los derechos civiles que ejerza de fiscal alguien que votó contra la prohibición de la tortura, contra los derechos de los homosexuales, contra el derecho al aborto, contra la ley de inmigración”.
En su intervención, Feinstein recordó a Sessions que durante la campaña electoral se había pro-
nunciado a favor de encarcelar a Hillary Clinton, y subrayó que eso le convertía en un fiscal parcial en el caso de que se reabrieran las investigaciones como llegó a proponer el propio Donald Trump, aunque luego lo descartó. Sessions aceptó la interpelación de Feinstein y se comprometió a inhibirse de cualquier proceso que se abra contra la ex secretaria de Estado: “No podemos permitir que una disputa política se convierta en una disputa penal”.
Al hilo de este planteamiento, Sessions se comprometió a actuar con independencia y aseguró que estaba dispuesto a decirle “no” a Donald Trump si el presidente se empeñaba en imponer sus iniciativas en contra de las leyes aprobadas bajo la administración Obama.
Sessions votó contra la ley que prohibía la tortura, pero Trump se ha pronunciado a favor del waterboarding (ahogamientos repetidos del detenido). El aspirante a fiscal respondió que “la ley ha sido aprobada, el Congreso se ha pronunciado, y pueden estar seguros de que se va a cumplir”. Eso sí, prefiere que la cárcel de Guantánamo siga abierta.
Respecto a la idea de Trump de prohibir la entrada a Estados Unidos de los musulmanes, Sessions tuvo un primer arranque de sentido común: “No soy partidario y no apoyo la idea de que a los musulmanes como grupo religioso se les deba negar la admisión a Estados Unidos”, aunque luego se mostró abierto a las restricciones a la inmigración de personas “procedentes de países que apoyan el terrorismo”.
“Voy a seguir la ley”, dijo y repitió Sessions cuando se le preguntaba sobre el derecho al aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo... El Sessions senador beligerante transformado en candidato a fiscal general con piel de cordero se presentó así: “Vengo ante ustedes como un colega que ha trabajado con algunos de ustedes durante 20 años y saben que yo reverencio la Constitución y estoy comprometido con el Estado de derecho”. Los senadores republicanos se deshicieron en elogios de su correligionario. Necesita el apoyo de 51, y los republicanos son 52, más los demócratas que intercambien favores. Con todo, la comparecencia –y las protestas– continuarán hoy.