La Vanguardia

Marruecos prohíbe importar, fabricar y vender burkas en el país

- RABAT / BARCELONA

Razones de seguridad van a acabar con los pocos burkas que pueden verse en Marruecos. Pero la norma del Ministerio del Interior que, según ha publicado la prensa local, ha empezado a darse a conocer esta semana, afectará también a la importació­n, fabricació­n y venta de esta prenda originaria de los pastunes. Con la llegada de los talibanes al poder se hizo obligatori­a para todas las mujeres afganas, fueran de la etnia que fueran. Siempre según la prensa, en muchas ocasiones se han cometido fechorías aprovechan­do que esta prenda sólo tiene una rejilla a la altura de los ojos para ver.

La medida ha suscitado la reacción entre los medios salafistas. Los imanes más radicales temen que esto no sea más que el preludio de la prohibició­n del velo integral en otras versiones más en uso, como el niqab que, con un solo velo o con la combinació­n de varios, deja una franja al descubiert­o también a la altura de los ojos. Otra versión de la vestimenta más extremista incluye una gasa que cubre incluso los ojos.

Con el uso de fular en la cabeza en progresión exponencia­l, como en el resto de los países musulmanes, Marruecos se mueve entre el conservadu­rismo más arraigado y la modernidad más puntera, sobre todo entre las clases pudientes de Casablanca y Rabat. Mohamed VI es, las más de las veces, el instigador de las medidas modernizad­oras, aunque tiene claros los límites de la mentalidad de su pueblo.

Las mil versiones del niqab son las que se llevan la palma en los medios salafistas. Son más habituales en ciertos barrios de Casablanca y en el norte del país, de donde han partido la mayoría de los yihadistas que han ido a luchar a Irak y Siria.

“¿Va Marruecos hacia la prohibició­n del niqab que las musulmanas llevan desde hace cinco siglos?”, se preguntaba ofendido en su cuenta de Facebook el jeque salafista Hasan Ketani. “Si es verdad, sería una catástrofe”, añadió.

La socióloga y escritora marroquí Fatima Mernisi, ya fallecida, destacaba la habilidad de la mujer de su país para modernizar la tradición. Según ella, la capucha de las chilabas femeninas era un avance para las mujeres, que así tenían las manos libres para manejarse con facilidad. Mientras, sus vecinas del Magreb tenían que sujetar el jaique con los dientes para usar las manos.

Frente a las quejas de otros imanes salafistas porque no prohíben los bañadores, la diputada y exministra de Asuntos Sociales y de la Mujer Nuzha Skali dijo que es “un paso importante en el combate contra el extremismo religioso”. Skali suscitó críticas al pedir a los almuédanos que bajaran el volumen de la llamada a la oración del alba para no despertar a quienes aún dormían.

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