El rey David y el Águila de Valls
En 1991, un señor llamado Pietro Cannata se fue a ver el David de Miguel Ángel que hay en el interior de la Galleria dell’Accademia florentina –la que hay en la Piazza della Signoria es una copia– y con un martillo se dedicó a destrozarle un dedo del pie izquierdo. Aparte de detenerlo y, posteriormente, reconstruir el dedo de la estatua, aprovecharon los fragmentos de mármol que Cannata había desmenuzado para analizarlos. Descubrieron entonces que se trata de un mármol de no muy buena calidad, con muchos agujeros microscópicos que favorecen su degradación. Que fuera de poca calidad no quiere decir que Miguel Ángel fuera un tacaño, sino que en aquel momento –principios del siglo XVI– no pudo encontrar otro mejor.
Desde entonces esos agujeros microscópicos, que se convierten en fisuras, intranquilizan a los especialistas. La preocupación se ha incrementado ahora, después de que durante los últimos tiempos en el centro de Italia haya habido muchos terremotos. ¿Qué pasaría si el epicentro se desplazara hacia el norte y afectara a la ciudad de Florencia? Lo que más preocupa a los historiadores del arte son los tobillos del David, que son la parte más vulnerable para un viejo de quinientos años de edad, aunque sea de mármol. Proponen ponerle debajo una base antisísmica.
En Catalunya, libres de terremotos devastadores (de momento), el problema con las estatuas es otro. La semana pasada, dos parejas heterosexuales de turistas rusos fueron a visitar el museo Dalí de Figueres. Vieron la impresionante Águila de Valls que hay en la entrada y una de las señoras quiso hacerse una foto a su lado. El Punt Avui explica el resultado: “De repente, según fuentes del museo, se oyó un estruendo que alarmó a los vigilantes, que pronto se dieron cuenta de que el ruido que habían oído era de una de las alas del águila, que había cedido. En vista de que los turistas parecían juguetones y se reían de la situación, los responsables del museo llamaron a los Mossos. Al llegar al escenario de los hechos, los Mossos pidieron la documentación a los turistas y justamente la mujer señalada como la responsable de haber dejado aliquebrada la escultura no llevaba encima ningún documento que la identificara. Los Mossos la acompañaron al hotel donde se alojaban y, una vez hechos los trámites, quedó detenida por un delito de daños y fue trasladada a los calabozos, donde tuvo que pasar la noche de Reyes”.
El lunes, a propósito de las “luces navideñas” con que han disfrazado estas últimas semanas la Pedrera y la casa Batlló, el FAD se quejaba, con razón, de la creciente souvenirización de la obra de Gaudí. Pero no hay vuelta de hoja. Habiendo confluido con el turismo de masas, la banalización del arte es imparable. ¿A santo de qué a esa turista rusa le apeteció agarrarse al Águila del museo de Figueres para hacerse una foto? ¿Le interesa Dalí? Yo diría que en absoluto, y que lo único que quería era la prueba gráfica que demostrara que había visitado lo que le dijeron que tenía que visitar.
Últimamente, las desgracias se ciernen sobre las estatuas, sean de mármol o de madera