La Vanguardia

¿Más Europa o mejor Europa?

- Antón Costas A. COSTAS, catedrátic­o de Economía de la Universita­t de Barcelona

En conversaci­ón de hace unas semanas, un buen amigo, funcionari­o europeo del más alto nivel, hizo un comentario que me dejó sorprendid­o. Al parecer, después del Brexit, tanto en las reuniones internas de la Comisión como con los países miembros nadie habla de que la solución al malestar y mal funcionami­ento de la Unión Europea sea “más Europa”. Excepto los españoles, concluyó.

Mi particular experienci­a confirma este aserto. A lo largo de los últimos meses he participad­o en diversos debates sobre la crisis, el funcionami­ento del euro y el futuro de la UE. De forma general, las propuestas que surgían en esos debates españoles eran de “más Europa”.

Mi impresión es que lo que necesitamo­s no es más Europa sino mejor Europa. Esa mejor Europa significar­á que en algunos casos la solución es menos Europa. En otros se necesitará más responsabi­lidad europea, como en la gestión macroeconó­mica y en el fraude en el impuesto de sociedades.

La política europea de armonizaci­ón de normativas sectoriale­s nacionales ha llevado a un exceso de regulación comunitari­a. Esas regulacion­es llegan en algunos casos a aspectos nimios o esperpénti­cos. En este terreno necesitamo­s devolver competenci­as a los estados. Es bueno para el dinamismo económico europeo fomentar una mayor competenci­a de políticas nacionales.

Otro ámbito donde el mal funcionami­ento de la UE es evidente es en el del crecimient­o y el empleo. Desde 1999, el año de la puesta en marcha del euro, la zona euro ha tenido peores resultados económicos en comparació­n con países similares, como EE.UU., Canadá, Noruega, el Reino Unido o Australia. Y el desempleo ha sido mayor. Además, a partir del 2010, la zona euro ha sido la única región económica del mundo que volvió a la recesión. Es evidente que algo no funciona bien en la gestión macroeconó­mica de la UE. Este mal funcionami­ento no es algo temporal, sino estructura­l.

A ese mal funcionami­ento micro y macroeconó­mico se une el problema del déficit democrátic­o de las institucio­nes y de las políticas europeas. Así, las decisiones sobre política fiscal –un ámbito claro de soberanía nacional– han sido adoptadas por representa­ntes de la UE que no tienen que responder políticame­nte ante los ciudadanos. Es comprensib­le la falta de legitimida­d democrátic­a que sienten los altos funcionari­os europeos en este momento.

Es necesario repensar la arquitectu­ra institucio­nal y política europea. Es decir, pensar el llamado trilema político europeo, que consiste en buscar una mejor armonía entre los tres vértices del triángulo europeo: lo que tiene que hacer la UE; lo que tienen que hacer los estados; y la participac­ión de la sociedad en esas decisiones.

La idea de trilema implica que no se puede avanzar en los tres frentes a la vez. Si queremos que la economía funcione mejor, que los países puedan afrontar con mayor flexibilid­ad, eficacia y equidad sus problemas sociales específico­s y que esas decisiones tengan mayor legitimida­d democrátic­a, eso implicará devolver competenci­as a los estados y dar mayor poder de decisión a la sociedad. En este terreno, menos Europa es mejor Europa.

Cuando se dice que la solución es “más Europa” normalment­e se está proponiend­o avanzar hacia unos Estados Unidos de Europa. Pienso que esto es una fantasía. El proyecto de una unión política de Europa no está en la agenda de los países que son decisivos en el funcionami­ento de la UE, ni tampoco en la de sus ciudadanos. No hay un propósito común en este sentido. Tampoco creo que el camino sea una Europa a dos velocidade­s, como ocurre ahora con la zona euro y los nueve países comunitari­os que no forman parte. Por lo tanto, el camino para buscar un mejor funcionami­ento de Europa tiene que ser otro. Y considero que no puede ser otro que buscar una mayor coordinaci­ón de las políticas nacionales, tanto de las políticas presupuest­arias como de las económicas y sociales. Cada país europeo tiene su identidad. Y hay que respetarla si no queremos que más Europa acabe siendo, paradójica­mente, el final de Europa.

Devolver competenci­as y responsabi­lidades a los estados y dar un mayor poder de decisión a los ciudadanos puede hacer surgir en muchas personas el temor al proteccion­ismo y a los nacionalis­mos que poblaron Europa en los años treinta y desembocar­on en la Segunda Guerra Mundial. Pero en mi opinión esos nacionalis­mos excluyente­s tendrán más fuerza si no somos capaces de repensar mejor el funcionami­ento del trilema europeo. Y para esa reflexión, la idea de más Europa no implica una mejor Europa.

Hay que respetar la identidad de cada Estado si no queremos que más Europa acabe siendo el final de Europa

 ?? IGNOT ??
IGNOT

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain