La Vanguardia

¿Qué le pasa al PDECat?

- Pilar Rahola

La tendencia a dispararse tiros en el pie es propia del soberanism­o. Hubo un tiempo en que era práctica recurrente en ERC, donde existía una voracidad saturniana por devorar a los propios y los errores estratégic­os se acumulaban. Hoy, esa incapacida­d de mostrar una estrategia definida, sumada al gusto por complicars­e la vida, empieza a ser la caracterís­tica del nuevo partido surgido de las cenizas de Convergènc­ia.

¿Qué le pasa al PDECat? Lo tiene todo para mostrarse como un gran atractivo político: se mueve en el espacio central ideológico, posee un importante poder municipal, es el partido del actual president y está presidido por el hombre que ha liderado el proceso histórico que estamos viviendo. Es decir, tiene a Mas y a Puigdemont, y suma a gentes de la categoría de Munté, Jané u otros, además de poseer alcaldes jóvenes con ímpetu y líderes de nueva hornada como Pascal o Bonvehí, que auguran mucho futuro. Incluso gentes de viejo recorrido gozan de gran reputación y la prueba es Trias, que está más valorado que la alcaldesa. Si los activos de liderazgo son muy importante­s, en el terreno ideológico tiene un gran margen, porque hoy es un espacio semipoblad­o: el territorio central soberanist­a, alejado de la derecha reaccionar­ia y la izquierda dogmática, y cuyos márgenes sólo topan con ERC y Comuns. Y para acabar, es un partido recién formado, cuya vieja herencia no le impide entrar con agallas en el siglo XXI. Es decir, lo tiene todo de cara para consolidar­se y crecer.

Y, sin embargo, no acaba de afinar. Pasó con el congreso fundaciona­l, el lío del nombre y la pelea interna por el Consell Nacional, además de no conseguir imprimir carácter en el debate político. Pero todo inicio es difícil, y más en el caso del PDECat, al que todos quieren ver arrasado, de manera que había tiempo. Pero ¿ahora? ¿Qué hacen abriendo el inútil debate de la candidatur­a? ¿Era necesario? ¿Qué prisa tienen para abrir un melón tan desestabil­izador? Y la pregunta vale para todos, para Puigdemont, que podría ahorrarse las prisas en decir que tiene prisa; para Mas, que podría ahorrarse la prisa de decirle a Puigdemont que tiene prisa; y para Munté, que tuvo un ataque de prisa, asegurando que Mas sería un gran candidato. Por supuesto que lo sería (o lo será), y por supuesto que Puigdemont debería quedarse si no se culmina el proceso, y por supuesto que hay muchos supuestos, pero el resumen es simple: frenen un poco este ataque de prisa que los tiene sobrecogid­os.

Porque lo importante ahora es consolidar su partido, alimentar su espacio ideológico y conseguir gobernar en aguas turbulenta­s. Sin presupuest­os aún, con la ofensiva estatal y el flanco judicial, ¿qué sentido tiene hablar de sucesiones y candidatur­as? Sólo sirve para alimentar las tertulias, crear desconcier­to en los votantes, angustia entre los militantes y cuchufleta entre los adversario­s. Mal negocio.

¿Qué hacen abriendo el debate de la candidatur­a? ¿Qué prisa tienen por abrir un melón tan inestable?

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