La Vanguardia

Éxito asegurado con 431.000 entradas

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Nunca una selección francesa había sido tan dominadora en su disciplina como la de balonmano, la primera en coronarse campeona del mundo (1995) para orgullo de ‘la patrie’. En los últimos 15 años ha conquistad­o 9 oros más, entre Mundiales, Europeos y JJ.OO. Una excelente salud en la pista que está teniendo su reflejo en el capítulo económico y social. El balonmano es el tercer deporte en Francia con 2.400 clubs y 520.000 federados, pisando los talones al baloncesto (577.000 licencias). Este Mundial 2017 es el gran escaparate de un negocio florecient­e, en el que el PSG, en manos qataríes, es la punta de lanza: su presupuest­o, 17,4 millones de euros (el doble que el del Barça, 8,5), es el mayor de la historia de un club de balonmano. La mitad que el del Mundial. Hay indicios de que el balonmano vive un momento dulce en Francia: las numerosas portadas de ‘L’Équipe’ dedicadas a Les Experts, que Niko Karabatic sea uno de los deportista­s más populares, que Panini edite un álbum de cromos de balonmano, o que multitud de primeras marcas patrocinen a la selección (Caisse d’Épargne, Lidl, Eden Park, Renault, FdJ, Butagaz). En los últimos 10 años, los ingresos por esponsoriz­ación a los ‘bleus’ se han triplicado, de tres millones de euros en 2006 a nueve en 2016. Con esta base, el éxito del Mundial está prácticame­nte asegurado. Los números de la organizaci­ón son elocuentes: un presupuest­o de 30 millones (más del triple que el de España 2013), cubierto en un 60% con ticketing y hospitalid­ad, 431.000 entradas ya vendidas (un 67% de la ocupación total), ocho sedes camino del lleno o recintos mastodónti­cos como el Pierre Mauroy de Lille que registrará­n entradas históricas: más de 25.000 espectador­es en los partidos de Francia, un récord mundial en el balonmano.

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