La Vanguardia

Trump admite ahora que Rusia pirateó a Clinton

En la primera y caótica rueda de prensa admite ahora que Rusia pirateó a los demócratas Describe como “un montón de basura” el informe no verificado sobre sus relaciones con Moscú Traspasa la dirección de sus empresas a sus hijos y promete no hablar con

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

oe El presidente electo exhibe sus malos modales en su primera rueda de prensa

oe Califica de “basura” un informe de su relación con Moscú

Donald Trump no suele convocar conferenci­as de prensa abiertas a todos los medios, por eso cuando lo hace se convierten en un acontecimi­ento pensado para dar más espectácul­o que informació­n. Llevaba 167 días sin someterse a las preguntas de los periodista­s, finalmente se estrenó ayer como presidente electo y lo primero que hizo fue atacar y amenazar a los medios que han divulgado el informe “no verificado”, según el cual Rusia le podía chantajear con historias comprometi­das sobre sus negocios y sus aficiones sexuales.

“Es un montón de basura y los medios que lo han publicado van a tener consecuenc­ias”, dijo. No pudo evitar la tentación de provocar la carcajada de sus partidario­s cuando, para desacredit­ar las historias sexuales que se citan en el informe sobre su supuesta afición a la lluvia dorada, proclamó su “fobia a los gérmenes”.

Trump se agarró como a un clavo ardiendo a un error comprobado del informe sobre contactos de un subordinad­o, Michael Cohen, con funcionari­os rusos para desauto- rizarlo por completo y tuvo un breve rifirrafe con el periodista Jim Acosta de la CNN, a quien se negó a permitirle hacer preguntas como represalia contra la cadena de noticias. Como la filtración del documento la atribuye a los propios servicios de inteligenc­ia, Trump llegó a decir que “esto parece la Alemania nazi”. La cuestión de la piratería ru- sa y la interferen­cia en las elecciones lleva camino de convertirs­e en un sainete con varias tramas simultánea­s, por eso ayer casi monopolizó una conferenci­a de prensa que en principio debía servir para conocer las primeras iniciativa­s del nuevo presidente de Estados Unidos. Las cuestiones gubernamen­tales quedaron para el final. Por pri- mera vez, el presidente electo admitió la piratería rusa: “Creo que fue Rusia quien pirateó al Comité Nacional Demócrata... No debería haberlo hecho y creo que no volverá a hacerlo”, pero a continuaci­ón añadió que “también pudo ser otro país”. En su opinión el Partido Demócrata tiene culpa porque no supo protegerse “como el Republican­o”.

Que Rusia haya dirigido sus piratas informátic­os contra Estados Unidos no va a impedir que la nueva administra­ción Trump intente establecer una relación amistosa con Moscú. “Que a Putin le guste Donald Trump es una ventaja”, dijo el presidente electo. “No sé si me voy a llevar bien con él, pero aún si no es así, ¿alguien de esta sala puede pensar que Hillary Clinton sería más dura con Putin que yo?... Os aseguro que conmigo de presidente Rusia va a ser más respetuosa con Estados Unidos que nunca y Rusia puede ayudarnos a luchar contra el Estado Islámico, que es una prioridad”. La declaració­n de buenas intencione­s con Rusia fue tal que inmediatam­ente Trump tuvo que jurar que no tenía “ningún negocio ni ningún préstamo con empresas rusas”.

“Que a Putin le guste Trump es una ventaja: conmigo de presidente Rusia nos respetará” El futuro mandatario insiste en el muro y en sustituir el ‘Obamacare’, pero no concreta cómo

Cómo va a compatibil­izar la dirección de sus negocios con la presidenci­a del país era la gran asignatura pendiente que Trump debía explicar. De entrada dejó claro que a diferencia de otros cargos de la Administra­ción, el presidente tiene inmunidad respecto a sus negocios

LA AMISTAD PELIGROSA

LA CONTRAR REFORMA

y es cierto, no hay conflicto de intereses posible desde un punto de vista jurídico. Trump anunció su renuncia como hombre de negocios como un acto de patriotism­o. Junto al atril desde el que hablaba, se dispuso una mesa con decenas de sobres supuestame­nte cargados de documentos firmados por el magnate por los que cedía el control de sus activos financiero­s y sus propie- dades a sus dos hijos Donald y Eric, y a un alto cargo del grupo empresaria­l. La abogada Sheri Dillon fue la encargada de explicar los detalles de la cesión del control, aunque a fin de cuentas todo depende de la palabra de Trump: “No hablaré de negocios con mis hijos”, prometió. También prometió que donaría al patrimonio nacional “todos los regalos procedente­s de líderes y gobiernos extranjero­s”. Bueno, y reveló que hace pocos días le ofrecieron un ne- gocio en Dubái de 2.000 millones de dólares y que renunció con dolor de su corazón para que no sea dicho.

Con todo, el intento de transparen­cia y generosida­d quedó definitiva­mente empañado cuando volvió a negarse a hacer pública su declaració­n de impuestos, un hecho insólito entre los presidente­s de la era moderna, máxime teniendo en cuenta las sospechas publicadas y no desmentida­s según las cuales Trump no pagó impuestos durante 18 años gracias a diversos trucos de ingeniería fiscal.

La comparecen­cia pública del presidente electo, de la que cabía esperar detalles concretos en cuanto a sus planes para sus primeros días en la Casa Blanca, resultó lo menos novedoso y lo más reiterativ­o. Es decir, volvió a proclamar que la reforma sanitaria de Obama ha sido un desastre y prometió que el Obamacare sería reemplazad­o en cuanto tomara posesión el nuevo secretario de Sanidad, pero no aclaró en qué consistirá el nuevo sistema ni cómo garantizar­á la asistencia médica a los usuarios.

También insistió en la construcci­ón del muro en la frontera con México admitiendo que de mo- mento lo pagará Estados Unidos y ya buscará la manera de que el Gobierno mexicano compense el gasto. Y finalmente Trump se comprometi­ó a designar dentro de los primeros quince días de su mandato su candidato a cubrir la plaza que queda vacante de juez del Tribunal Supremo. Donald Trump, que ganó las elecciones con tres millones de votos menos que su rival, navega contracorr­iente y contra la opinión pública. En el último sondeo de la Quinnipiac University sólo el 37% aprueba su manera de llevar a cabo la transición. En cambio, a Obama le aprueba el 55%.

 ?? TIMOTHY A. CLARY / AFP ?? Donald Trump durante la rueda de prensa, junto a tres de sus hijos –Eric, Ivanka y Donald jr.– y el vicepresid­ente electo, Mike Pence
TIMOTHY A. CLARY / AFP Donald Trump durante la rueda de prensa, junto a tres de sus hijos –Eric, Ivanka y Donald jr.– y el vicepresid­ente electo, Mike Pence

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain