Misterioso caso de ciberespionaje a la cúpula política y financiera italiana
La Fiscalía de Roma, con la colaboración del FBI estadounidense, investiga un presunto caso, muy misterioso, de ciberespionaje a gran escala en el que han sido detenidos una pareja de hermanos, Giulio y Francesca Maria Occhionero, que están siendo interrogados y niegan todas las acusaciones. Se sospecha que estos hackers podrían haber accedido –o intentado acceder– a los correos electrónicos de destacados líderes políticos y de las finanzas, así como de colaboradores del ministro de Cultura del Vatica- no, el cardenal Gianfranco Ravasi.
El asunto, muy novelesco, llenó ayer las páginas de los periódicos italianos, sobre todo por los numerosos puntos oscuros que contiene, el enigmático móvil de los autores y los posibles instigadores, quizás extranjeros. Sin embargo, anoche surgieron dudas sobre algunas de las principales acusaciones. En contra de lo que se había informado en un principio, los correos del exprimer ministro Matteo Renzi y del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, no fueron violados. Tan sólo hubo intentos fallidos de hacerlo.
En cualquier caso, la investigación pone de manifiesto la vulnerabilidad de Italia ante el crimen cibernético. Para penetrar en las cuentas de sus víctimas, los Occhionero (literalmente, ojo negro) usaban presuntamente un virus con el que infectaban el correo receptor para obtener las claves de acceso. De ese modo se creaba un puente hacia el exterior para espiar y robar información. De los documentos robados se hacía una copia que se guardaba en una cuenta registrada en Estados Unidos, de ahí que esté implicado el FBI para evaluar la gravedad de los datos sus- traídos. La investigación fue bautizada con el nombre de Eye Piramid –la pirámide del ojo, igual que el virus malvado–, que es a la vez uno de los símbolos más conocidos de la masonería. A Giulio Occhionero, ingeniero nuclear, se le atribuye la condición de masón.
El director de la Policía Postal, Roberto Di Legami, fue relevado ayer mismo de su puesto como consecuencia de este caso de ciberespionaje. Al parecer, no informó debidamente al máximo responsable policial italiano, Frano Gabrielli, sobre las pesquisas que se seguían.
Según publicó ayer la prensa, Giulio Occhionero, de 45 años, es el director ejecutivo de Westland Securities, una compañía fundada en 1998 y que se dedica a la banca de inversión. Ella, de 49 años, es titulada en Química y, según La Repub
blica, nació en Estados Unidos, re- side oficialmente en Londres pero vive la mayor parte del tiempo en Roma, donde cuenta con una amplia red de amistades y se la conoce por su amor al deporte y la pasión por los maratones.
Los abogados de los detenidos dijeron que sus defendidos nada tienen que ver con el ciberespionaje y que usaban servidores en Estados Unidos por motivos de trabajo. El letrado de ella alegó que ni siquiera entiende de ordenadores, que simplemente ayudó en la empresa del hermano en tareas administrativas y que no frecuenta ambientes de las altas finanzas. “Se mueve en un Fiat 500 de segunda mano”, dijo el abogado. El mayor ingreso de los hermanos –agregó el letrado– fue la venta de una casita de la madre, por 150.000 euros, en Santa Marinella, una popular localidad de playa cercana a Roma.