Charlas tranquilas pero muy tensas
Los balances a corto plazo son prematuros por la falta de perspectiva que sólo da el tiempo. Es muy pronto para emitir un juicio sobre los dos mandatos del presidente Obama. No ha puesto fin a las guerras que se encontró, pero tampoco desencadenó ninguna. Guantánamo sigue con unos cuantos presos en el limbo jurídico, aunque no han ingresado más presuntos terroristas en aquel enclave infernal en Cuba. Trump empieza su presidencia con actitudes incomprensibles y pintorescas. La estabilidad política norteamericana se ha hecho con rupturas de moldes constantes que han conducido a nuevas estabilidades. Pero en esos casos, la siniestralidad suele ser alta.
El periodismo escribe borradores de la actualidad para que más tarde la historia sitúe los acontecimientos y los personajes en su contexto. El hecho de que el crecimiento económico en España haya sido el más alto de la Unión Europea en un año de gobierno en funciones indica que la política y la sociedad andan por caminos paralelos y con frecuencia se ignoran.
Si la tensión en la política se trasladara a la sociedad, la convivencia sería imposible. Tony Blair afirmó cuando su figura empezaba a declinar que la gente “ve la política con más claridad que nosotros, por la sencilla razón de que no están todo el día obsesionados por ella”.
La falta de mayoría absoluta de Rajoy ha cambiado necesariamente el fondo y las formas de su gobierno. Ha enviado a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría a Barcelona para tratar de encontrar puntos de encuentro con el vicepresidente Oriol Junqueras. Han hablado ya muchas horas y después de la reunión del martes parece que sólo la palabra referéndum ha estado sobre la mesa. No importa nada más.
Sáenz de Santamaría entró recordando la jurisprudencia constitucional alemana e italiana respecto de los referéndums planteados como una opción secesionista y Junqueras se despidió de ella diciendo que habrá referéndum aunque el Tribunal Constitucional no lo autorice. El referéndum pactado, por lo tanto, no está en la agenda. ¿Pero habrá referéndum legal reconocido internacionalmente? No parece. Y mucho menos a plazo fijo, sin conocerse la pregunta, la ley electoral por la que se regularía la consulta, una exigible participación de mínimos y una mayoría cualificada en un sentido u otro.
Estoy seguro de que Sáenz de Santamaría y Junqueras han hablado y han enhebrado acuerdos en cuestiones económicas, sociales, de infraestructuras y competencias. Pero no pueden ceder en las obsesiones que cada uno lleva puestas. La obsesión constitucional del Gobierno choca con la obsesión de ruptura del independentismo. No es que no haya diálogo; lo que no hay es inteligencia política negociadora. Dentro de un año posiblemente veremos las consecuencias de los errores cometidos por las dos partes.
La obsesión rupturista choca con la obsesión constitucionalista, sin matices y sin cesiones