Fuera nervios
El Barça volvió a ganar y por ahí se debe reconstruir. No es que estuviera en ruinas pero necesitaba el equipo de Luis Enrique darse una alegría para frenar una dinámica peligrosa, que no entendía de mejorías de juego ni de lamentos por aquel poste o aquel arbitraje. Superar al Athletic, un gran adversario, y seguir en la Copa permite a los azulgrana tomar respiro e impulso y mantenerse con vida en todas las competiciones, una obligación en enero que autoriza al barcelonismo, un tanto nervioso últimamente, a seguir soñando con el triplete. El partido empezó frío y acabó cardíaco, con Messi ejerciendo de médico de urgencias. Lo cura todo el argentino.
La puesta en escena del Barça, contemporizadora y por tanto extraña en un equipo que necesitaba remontar, tiene su explicación. En el fútbol como en la vida es importante conocerse a uno mismo, detectar los momentos de subidón para atreverse a tomar riesgos y recogerse cuando el cuerpo y la mente no están para tirar cohetes. El equipo azulgrana estaba antes de empezar más cerca de lo segundo. Su juego empezaba a despertar y fluir pero aún por debajo de su auténtico potencial, así que, consciente de su estado, decidió plantearse una remontada cerebral y no conducida por la pasión. El plan funcionó hasta que el Athletic marcó en su primera llegada. Entonces la prudencia se transformó en nervio, primero, y arrebato, después. El equipo tuvo el mérito de recomponerse, aunque muy decantado hacia un extremo (Neymar estuvo hiperactivo). Y supo competir y sufrir hasta ganar.
El análisis futbolístico debe ser compatible con otro menos agradecido. En el Barça se echa de menos un poco más de naturalidad en el tema arbitral. Entre el superávit de gesticulación de Piqué y la consigna del club de no hablar del asunto debería existir un término medio que permitiera una crítica nacida desde la espontaneidad y expresada sin histrionismos. En la eliminatoria contra el Athletic, al Barça le han sisado un penalti clamoroso, han golpeado sin balón a uno de sus centrales sin que el agresor pagara las consecuencias (ida), le han anulado un gol por fuera de juego que no era y le han perdonado la roja a Beñat. Ahora se lleva decir que excederse en la queja denota victimismo, cuando, en el caso que nos ocupa, es simple descripción, no ocultación de otros males del equipo ya referidos.