Los matices de la velocidad
El gol como primer fin. Ayer fue una clara muestra de este Barcelona que ha evolucionado primero desde la búsqueda de los matices, segundo por las características de sus tres delanteros titulares y tercero por la imposibilidad de que su centro del campo sepa adaptarse a largas distancias entre sus líneas hacia un equipo que salta al terreno de juego con la obsesión de marcar gol. El Barcelona anterior es evidente que era un equipo que pretendía ganar todos los campeonatos posibles, pero no a través de la búsqueda del gol inmediato sino a través del dominio del juego. El gol en todo caso no era más que la consecuencia de muchas cosas bien hechas. Esta circunstancia o evolución no tiene porque impedir que el Barcelona gane muchos torneos pero sí que lo hace menos fiable porque no domina el juego. Aunque el Barça mereció pasar la eliminatoria.
Cambios de velocidad. La trepidante capacidad de cuatro o cinco jugadores para lanzar un contragolpe hace que sea muy complejo no caer en la trampa de querer ejercitarlo constantemente. Se entiende que la velocidad es el principal componente para superar a los rivales. Pero en muchas ocasiones para que realmente sea efectiva se le debe añadir el factor sorpresa. Y si yo aplico velocidad y más velocidad llegará un momento en el que el sistema defensivo del rival se acomode. Porque al final no se trata más que de estar concentrado, correr y correr. No hace falta pensar, ni intuir, solo estar atento y saber sufrir. En cambio cuando a la velocidad se le suma la pausa y se le vuelve a aplicar la velocidad el sistema defensivo acaba resquebrajándose. Y eso es lo que al Barcelona obsesionado por el resultado le cuesta entender. Debe serenarse y aplicar la dosis de velocidad o de pausa que debe existir en cada momento. Es en este aspecto donde en muchas ocasiones se encuentra a faltar a Xavi. Un jugador que sabía que esos giros sobre sí mismo acababan fijando el sistema defensivo y que después se podían aplicar los conceptos de velocidad. Los centrocampistas que han llegado no son capaces de aproximarse a ese tipo de juego y el Barcelona lo acusa. Es revelador que todos los centrocampistas excepto Iniesta y Busquets son los que son rotados constantemente.
Bandas desequilibradas. Pero la situación de Iniesta en la banda izquierda, dominando el juego, más Neymar y un Alba proyectado por la constante presencia del esférico hace que el Barcelo- na decante en demasía el juego por allí. Lo que vuelve a provocar que por mucho nivel que tengan esos jugadores no aparezca el factor sorpresa, ya que las jugadas acaban siendo calcadas. En cambio la otra banda solo la forman Sergi Roberto y Rafinha, que parecen en ciertos momentos como si sufrieran un abandono. Sergi quizás ha vivido su mejor fútbol esta temporada cuando cerca de él ha estado Rakitic. Luis Enrique debe subsanar ese desequilibrio y buscar diferentes opciones. Dar más libertad a Iniesta para desenvolverse por diferentes zonas del centro del campo y que allí donde vaya establezca esas diferentes velocidades que tiene su juego, que pasa de la pausa más absoluta a la velocidad extrema. Ya sea con sus pases o con sus desequilibrios verticales en el uno contra uno. O que Messi pase algunos minutos en la banda derecha, obligando, cuando el balón está en la izquierda, a que la defensa rival tenga que extenderse a todo lo ancho del campo.
La clave está en la pausa que fija a los rivales, la que provocaba Xavi con su giro sobre sí mismo