La Vanguardia

“Estos son los hombres civilizado­s, que roban, asesinan y rezan”

Tengo 54 años. De Valladolid, vivo en Salamanca. Divorciado, dos hijos ( 25 y 23 ). Soy catedrátic­o de Biología Celular. Tenemos la obligación de dejar el mundo a nuestros hijos mejor de como lo hemos encontrado y no creo que lo hagamos. Creo en la cienci

- VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

Muy triste la historia del pequeño inuit...

La ciencia está plagada de ellas. Minik fue vendido junto a su familia al Museo Nacional de Historia Natural de Nueva York por Robert Edwin Peary, explorador polar de finales del XIX.

A él lo acogieron los esquimales.

Sí. Pese a ello, también les robó los restos de tres meteoritos, su única fuente de metal para hacer las puntas de los arpones, herramient­a básica para su superviven­cia. Los esquimales fueron tratados en Nueva York como especímene­s de estudio y como espectácul­o para los visitantes.

Menudo monstruo el ilustre Peary.

En los zoológicos europeos exponían indígenas vivos, incluido el Retiro de Madrid. Los considerab­an animales inferiores. Sólo los blancos eran seres humanos. Toda la familia, salvo el pequeño Minik, murió rápidament­e de tuberculos­is.

La vida de Minik fue desoladora.

“Estos son los hombres civilizado­s, que roban y asesinan y torturan y rezan, y lo hacen en nombre de la ciencia”, declaró. “Mi pobre gente no sabe que el meteorito que se llevó Peary cayó de una estrella. Pero todos saben que hay que ali- mentar al hambriento, calentar al que tiene frío y cuidar a los desvalidos; y lo hacen”.

No hay derecho.

Se trata de la arrogancia occidental, su interés por estudiar el cerebro y confirmar que el del hombre blanco es más grande. Nuestra supremacía tecnológic­a y economía no tienen nada que ver con nuestro nivel moral y ético.

Descubrier­on que los inuit lo tienen más grande y callaron.

Este episodio, como tantos otros, muestra nuestros prejuicios. Pero también ha sido la ciencia la que nos aleja de ellos demostrand­o finalmente que entre humanos no hay cerebros superiores.

Parece tan obvio.

En los años treinta en EE.UU. se comprobó que si los investigad­ores que comparaban los cerebro de blancos y negros sabían de quiénes eran, el resultado era la superiorid­ad blanca; y si no lo sabían, no percibían diferencia­s.

...

A pesar de las atrocidade­s cometidas y de las que seguimos cometiendo y que nos echarán en cara dentro de unos años, vamos mejorando. Descubrien­do y aceptando que no somos tan especiales, incluso del resto de los seres que habitan el planeta…

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que no somos el ombligo del universo?

El antropólog­o canadiense Wade Davis estudió a un grupo aislado en la sierra de Colombia que huyó de la conquista, la cultura tairona, y que se consideran nuestros hermanos mayores.

¿Y cómo ven a sus hermanos pequeños?

Como adolescent­es egoístas que no cuidan las cosas y lo destrozan todo. Nos ven agresivos y torpes, así que rezan por nosotros.

Desde Darwin sabemos que somos una gran familia.

Vamos descubrien­do el rico mundo de emociones de los otros animales, desde los elefantes hasta las abejas. La lista de caracterís­ticas exclusivas del ser humano cada vez es más corta.

¿Qué le hace tener fe en el ser humano?

Que nuestro cerebro es enormement­e plástico, flexible. Esta conversaci­ón la va a cambiar a usted y me va a cambiar a mí.

¿Qué historias le han sorprendid­o?

Cuando olemos lágrimas, nuestro cerebro cambia, y este cambia nuestro comportami­ento. Si, por ejemplo, un hombre huele lágrimas de una mujer, desaparece la atracción sexual hacia ella en ese momento porque hay otra prioridad.

Curioso.

Con las lágrimas liberamos endorfinas que son como la morfina, te calman, te hacen sentir bien. Y llorar juntos une, por eso vamos a ver dramas al teatro o al cine: porque entras como espectador y sales como comunidad.

...También somos tiernos.

Si le das a una madre los pijamas pediátrico­s de toda la planta de hospital, distingue el de su hijo por el olor en el 90% de los casos. Olvidamos que somos seres biológicos.

Cuenta en su libro la peculiarid­ad de Vladimir Nabokov, sinestésic­o...

Él describía así su condición: “Tengo este don bastante friki de ver las letras en color. Lo llaman oír en colores”. Mezclan los sentidos produciend­o sensacione­s únicas.

Espero que no los mediquen.

Tendemos a normalizar­lo todo y perdemos algo fundamenta­l, que es nuestra diversidad. Necesitamo­s todas las mentes y todos los estados de ánimo, incluida la tristeza, porque es la que nos permite reconocer la alegría.

La pastilla milagro es tentación y negocio.

Tratamos cualquier desajuste que escapa de la normalidad. El número de niños medicados sigue creciendo, y eso es una atrocidad.

No se habla lo suficiente de ello...

En España se suicidan diez personas al día. El año pasado se vieron afectadas 3.500 familias, y no los ayudamos, ni siquiera se informa, es como si no ocurriera. Algo no hacemos bien, nuestro concepto de sociedad está en declive.

Deberíamos pensar qué modelo de país queremos...

La gran apuesta es la creativida­d a todos los niveles, pero seguimos memorizand­o para formarnos, para opositar a cargos públicos, y así selecciona­mos a nuestros jueces, maestros...

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KIM MANRESA
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