La Vanguardia

Nadia Murad

CANDIDATA AL NOBEL DE LA PAZ

- Sant Joan Despí SERGIO HEREDIA TERROR

Nadia Murad (22) logró escapar de las garras de Daesh y ahora recorre el mundo narrando su peripecia y defendiend­o la lucha por la liberación de la mujer en Oriente Medio. Ayer visitó al equipo femenino de fútbol del Barça.

Nadia Murad (22) toma la palabra tras el entrenamie­nto del equipo femenino del Barça. Estamos sobre el césped artificial del campo 5 de la Ciutat Esportiva, en Sant Joan Despí: –En mi país no tenemos acceso al deporte. Y entre 5.000 y 6.000 mujeres fuimos víctimas del Daesh. A través de vuestro fútbol podéis ayudar a nuestras mujeres, lograréis hacerles entender que muchas podrían llegar a jugar al fútbol en un estadio. Eso les dice. Le asiste un traductor. Murad habla en Kurmanji, el dialecto que se utiliza en Kojo, villa agrícola al norte de Iraq. De allí viene ella.

Antes, Murad ha atendido a La Vanguardia. También a pie de campo, mientras el equipo se entrenaba.

–¿Por qué estamos aquí? –le ha preguntado este diario.

–Lo que hacen estas mujeres, los deportista­s del Barça en general, es algo importante para mí, que he sido víctima del Daesh. En realidad, es importante para todos los jóvenes: descubrir a Messi y a los otros jugadores les aporta felicidad. Espero que todos los jóvenes que los ven los tomen como ejemplo y eviten adherirse al Daesh.

–¿Y qué siente cuando ve a estas mujeres jugando al fútbol?

–Me ha sorprendid­o y me ha alegrado mucho descubrir que tienen los mismos derechos que los hombres. En nuestras zonas de Oriente Medio, y en Iraq, las mujeres no tienen derecho a jugar a fútbol. –¿Sólo a fútbol? –A ningún deporte. Nunca en mi vida he podido practicar ninguna disciplina.

A su lado, Maria Teixidor asiente. Es la vicepresid­enta de la Fundació del Barça. Se trata de la entidad que ha llevado a Nadia Murad a Barcelona.

–Ella dice que el Barça lleva alegría a los jóvenes y les demuestra que hay algo más allá del terror –dice Teixidor. El terror. Entramos en palabras mayores. Murad habla quedo. Mientras lo hace, clava la mirada en el interlocut­or. Vive amenazada por el Estado Islámico.

El lector lo habrá advertido: Murad siempre cita al Daesh. Es el acrónimo del Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS). En árabe, el Estado Islámico es el Daesh. Para todos, una banda terrorista.

Nadia Murad vive amenazada de muerte. Es así desde el verano del 2014, que es cuando los terrorista­s se la llevaron. Vivía en Kojo junto a su madre y sus doce hermanos. Era la menor. El padre había muerto en el 2003.

Todos trabajaban en el campo. No había libros en casa. Eran yazidíes: una minoría religiosa kurda. Pastoreaba­n. Criaban cabras. Si la escuela estaba demasiado lejos, las niñas no podían ir. La escuela de Nadia Murad estaba cerca. –Pude estudiar. Cuando los terrorista­s entraron en Kojo, fueron a buscar a los yazidíes. O se convertían al islam o morirían. Mataron a cinco de sus ocho hermanos. Se llevaron a su madre.

–La mataron, igual que a otras mujeres mayores.

A ella también se la llevaron. Tenía veinte años. Viajaron a Mosul. La vendieron por 50 euros. La violaron sistemátic­amente. Logró huir. La ayudó una familia suní.

“El fútbol es importante

para los jóvenes: quien juega no se adherirá al Daesh”, dice Nadia Murad, candidata al Nobel de la Paz

–¿Cuánto tiempo había pasado? –Semanas. Puede que meses. No lo sabe. Alcanzó un campo de refugiados del Kurdistán iraquí. Allí siguen una de sus hermanas y tres hermanos. Se acogió a un programa del Gobierno alemán para personas vulnerable­s y se marchó.

Vive en Alemania junto a una de sus hermanas. Y predica su historia.

Sus palabras tienen eco. La han convertido en un referente de las Naciones Unidas. Es una candidata al premio Nobel de la Paz. Lleva un año conversand­o con presidente­s parlamenta­rios, universida­des, abogados...

–Estoy aquí para contar los crímenes del Daesh y la opresión que sufren las mujeres en las zonas que ellos dominan. Esperamos que el resto de las familias queden libres y la comunidad internacio­nal busque soluciones para ayudarles. –¿Se sienten desamparad­os? –Cuando el Daesh nos invadió, no teníamos derecho a la protección. Y seguimos igual. –¿No va a volver a Kojo? –No. Se le quiebra la voz. El Estado Islámico la busca. –¿De dónde salen estos terrorista­s? –Tenían todo lo que necesitaba­n: ropa, armas, petróleo. Y un lema: la defensa del Islam. Muchos vecinos se adhirieron.

El Ejército Islámico raptó a Nadia Murad en el 2014 y la vendió por 50 euros

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DAVID AIROB

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